De Elizabeth Soto Albrecht, moderadora
17 de febrero del 2014
[English]
Queridos hermanos y hermanas:
Los saludo con amor en tiempos de profunda crisis para algunos y que otros ven como una oportunidad de cambio. Les hablo como moderadora, una humilde servidora del Señor y la primera latina que han convocado para servir y dirigir a esta hermosa Iglesia Menonita, a la que amo.
Les ruego que, en medio de las profundas diferencias que amenazan con dividirnos, sean capaces de amarse unos a otros. Aceptemos el llamado de Jesús a sus seguidores en Juan 15 y vivamos según el mismo. Como anabautistas, somos un pueblo cristocéntrico y deberíamos enfocarnos en esas palabras de Jesús. Jesús motiva a sus seguidores a amarse unos a otros, seguir conectados y permanecer en el amor, así como el Padre y el Hijo permanecen en el amor. Que seamos comunidades de gracia, esperanza y amor mutuo, tal como subraya tan enfáticamente la declaración de visión de nuestra Iglesia Menonita de EE. UU.
Me recuerdo que la Iglesia Menonita de EE. UU. existe porque hay muchas cosas que hacemos y que no podríamos hacer sin seguir conectados. Es el momento de mirar más allá de este desacuerdo específico y recordar las cosas que estamos haciendo juntos por nuestro llamado misional: plantar iglesias; el enfoque renovado en la formación cristiana en el Año de la Biblia; el anticipo del nuevo currículo ‘Resplandece’, para la escuela dominical de MennoMedia; y la declaración revisada sobre inmigración reafirmada por la junta ejecutiva.
El plan con propósito nos ha dado muchas tareas importantes como iglesia. ¿Por qué permitiríamos que un asunto sobrepase el importante trabajo de iglesia? Tenemos mucho que hacer para avanzar con el reino de Dios de modo que la obra de Dios se lleve a cabo en la tierra así como en el cielo. Miremos la estrella de Oriente como los tres reyes magos. Esa estrella los guió hasta Jesús, un bebito en un pesebre.
En julio estuve tres semanas de viaje. Visité muchas congregaciones menonitas y vi señales de vida. Vi iglesias que servían fielmente y oí muchos testimonios del obrar de Dios en sus vidas. Vi rostros para los que el evangelio es una necesidad urgente y conocí a líderes comprometidos a trabajar arduamente por Cristo. Mi congregación, la Iglesia Menonita Laurel Street, en Lancaster, Pensilvania, una pequeña comunidad multicultural, no está involucrada en la cuestión de las relaciones homosexuales, al igual que muchas otras congregaciones menonitas. Nos preocupa seguir con nuestros ministerios y crecer como comunidad de fe. Así encarna la iglesia el plan con propósito de Dios.
Para concluir, les comparto lo que Dios me ha puesto en el corazón: Dios ama a esta iglesia más que cualquiera de nosotros. La Iglesia Menonita de EE. UU. le pertenece a Dios, y Dios está cuidando de nosotros. Seamos la iglesia de paz que somos llamados a ser.
Creo que la revelación de Dios no ha cesado aún y que Dios aún está por escribir muchos buenos capítulos en la historia de nuestra bella, aunque joven, Iglesia Menonita de EE. UU. Al nacer la Iglesia Menonita de EE. UU., todos nos comprometimos a seguir conectados. Oro que podamos vivir a la altura de esta relación de pacto. Esta relación pertenece en primer lugar a Dios y en segundo lugar a cada uno de nosotros como hermanos y hermanas.
Comprometámonos a orar diligentemente por la dirección de Dios y a buscar su voz para discernir juntos en “un momento como éste”. Mientras tanto, tenemos un plan con propósito que llevar a cabo aquí en la tierra.
Con mucho afecto, su humilde servidora.
Elizabeth Soto Albrecht
Moderadora de la Iglesia Menonita de EE. UU.
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Traducción: Alex Naula, Zulma Prieto
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