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Por Ardell Stauffer
A veces, un día puede cambiarte la vida. En julio del 2013, los juveniles de la Iglesia Menonita de Walnut Hill, Goshen, Indiana, eligieron participar de un viaje de aprendizaje de jornada completa a la frontera entre Estados Unidos y México mientras asistían a la convención bienal de la Iglesia Menonita de EE. UU. en Phoenix. Los planificadores de la convención habían organizado los viajes de aprendizaje —dirigidos por la organización BorderLinks— como parte del enfoque general en la inmigración durante el encuentro.
“Fue la primera vez que la mayoría de nuestros juveniles se involucraron con los inmigrantes en persona”, dice el responsable de juveniles Jason Harrison.
Desde entonces, su elección los condujo al centro de detención para inmigrantes más grande de Estados Unidos, en el sudoeste rural de Georgia. Los llevó a Guatemala para conocer a familias de inmigrantes a Estados Unidos. Comenzaron una clase de escuela dominical intergeneracional para hablar de temas relacionados con la inmigración. Entre los planes para el futuro hay una visita a un centro de detención para inmigrantes ubicado cerca de Chicago y tal vez debates sobre la inmigración con políticos de la zona.
Durante el viaje de aprendizaje, el grupo de juveniles de Walnut Hill y sus responsables oyeron de primera mano historias de familias divididas, detenciones y dificultades. Vieron cómo el sistema de la corte de Estados Unidos juzgaba en inglés a 70 hombres hispanohablantes, de a 10 por vez, en el confuso contexto de la sala de un juzgado.
Tres de los juveniles de Walnut Hill hablaron de sus experiencias con BorderLinks ante los delegados de la Iglesia Menonita de EE. UU. reunidos, quienes consideraban redactar una resolución sobre inmigración en la convención.
Luego, esa misma semana, en un taller de la convención sobre justicia inmigratoria y hospitalidad cristiana, los juveniles de Walnut Hill se encontraron con el presentador Anton Flores-Maisonet, cofundador de Alterna, una comunidad cristiana transfronteriza de servicio situada en LaGrange, Georgia. A partir de ese contacto, la congregación de Walnut Hill escogió a un grupo de juveniles y adultos para visitar el Centro de Detención de Stewart, en Lumpkin, Georgia, en su viaje anual denominado Compartir y Aprender Juntos realizado en el receso de primavera del 2014.
En Stewart, juveniles y adultos hablaron por teléfono con los detenidos a través del grueso vidrio de la prisión. Aprendieron acerca de los centros de detención con fines de lucro como el de Stewart, que ganan dinero para sus dueños individuales y corporativos, y donde una detención prolongada, en lugar de una deportación, reporta ganancias gracias a los contratos gubernamentales.
La cálida hospitalidad de las familias de inmigrantes de Georgia les causó una gran impresión a los integrantes del grupo, que se alojaron en hogares. En junio, otro grupo de juveniles y adultos de Walnut Hill visitó Guatemala, donde conocieron y se hospedaron con las familias de algunos de los detenidos de Georgia.
Una vez más, el tema fue la hospitalidad, dice Harrison: “Comparado con la falta de hospitalidad que la mayoría de los inmigrantes experimenta en Estados Unidos, lo sentimos como una división muy injusta”.
Los juveniles de Walnut Hill llevaron sus preocupaciones a su iglesia, donde dirigieron un culto de adoración después de cada uno de los viajes. La congregación inició una clase de escuela dominical intergeneracional usando el plan de estudios de Hospitalidad radical, de la Iglesia Menonita de EE. UU. Una pareja de inmigrantes de México se unió a la clase y ahora asiste a la iglesia.
Los participantes del viaje volvían repetidamente al relato del buen samaritano, dice Harrison. “¿Cómo respondemos a los que tienen necesidades? ¿Qué personaje de la historia somos? ¿Somos los que necesitan ayuda?”.
Un muchacho de Walnut Hill, alumno de último grado a punto de graduarse, eligió llevar su vida por otros caminos a partir de sus experiencias, contó Harrison. Este joven hombre postergó ir a la universidad y ha ido a Sudáfrica con el programa de un año de Jornada Radical, de la Red Menonita de Misión.
“Estos 18 meses han sido bastante movidos”, dice Harrison. “Surgieron un montón de cosas a raíz de la decisión de participar de una jornada de estudio en Tucson”.
Acoger al extraño
Al aparecer el año pasado titulares de noticias sobre inmigración, otras congregaciones menonitas también han respondido, informa Tina Stoltzfus Schlabach, miembro de la Comunidad Menonita Shalom, de Tucson. Schlabach, una pastora acreditada de la Iglesia Menonita de EE. UU., visita a mujeres detenidas y brinda orientación espiritual.
Schlabach dice que miles de mujeres y niños pequeños, en su mayoría de Guatemala, han cruzado la frontera desde el 2013, viajando en autobús para encontrarse con parientes que los esperaban en Florida, Nueva York, Ohio, California y otros destinos. Algunos son dejados libres por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y dejados en las estaciones locales de Greyhound del sur de Arizona y Texas. Grupos humanitarios de estas comunidades se han organizado para recibirlos, ofreciéndoles comida, hidratación y orientación antes del comienzo de sus largos viajes hasta sus familias.
La Iglesia Menonita Peace, de Dallas, Texas, y la Iglesia Menonita de Hyattsville, Maryland, armaron cientos de kits con papel para dibujar, crayones y juguetes pequeños para los niños.
“A los niños les entusiasma mucho recibir estas bolsas hechas para ellos”, dice Schlabach.
Los miembros de la Iglesia Menonita de Evanston, Illinois, también se sintieron llamados a actuar.
“Hace más de cinco años vendimos nuestro edificio y lentamente veníamos tratando de decidir qué hacer con el dinero”, dice el pastor Mitchell Brown. La congregación eligió pagarles la fianza a dos detenidos.
“A menudo, a las familias de inmigrantes les es imposible juntar el dinero de la fianza”, dice Schlabach, señalando que las fianzas estipuladas para los detenidos oscilan entre los $5,000 y los $15,000. Cuando la fianza se concede y se paga, los inmigrantes pueden seguir luchando contra la deportación fuera del centro de detención.
La Iglesia Menonita de Evanston les pagó la fianza a dos detenidos, un hombre y una mujer, a quienes Schlabach había estado visitando el año anterior. Raúl (nombre ficticio) es mexicano y está casado con una mujer que vive en Tucson con sus dos hijas de edad preescolar. Ha estado diez meses en la cárcel y ahora se ha reencontrado con su familia. Maricela (nombre ficticio), la otra detenida, estuvo 20 meses encarcelada. Había escapado de una vida de violencia doméstica en Honduras.
“¡Qué alegría … compartir recursos para ayudar a dos personas a salir del centro de detención!”, escribió Schlabach en una circular dirigida al personal de la Iglesia Menonita de EE. UU.
Schlabach dice que el dinero de la fianza puede ser devuelto si con el paso del tiempo los detenidos cumplen sus compromisos judiciales y cierran sus casos. En tal caso, el mismo podría destinarse a un fondo rotativo que ayude a otros detenidos con el pago de la fianza. Schlabach y la congregación de Evanston están analizando esta posibilidad.
¿Cómo pueden las iglesias ayudar a los inmigrantes? “Miren su comunidad”, dice Schlabach. Averigüen quiénes son los inmigrantes recién llegados de América Central. Tal vez tengan hijos que han padecidos experiencias traumáticas y/o hayan soportado un viaje horroroso, incluyendo a veces la separación de la familia.
Schlabach hace referencia al Sanctuary Movement, el cual ha experimentado un resurgimiento en Tucson y mediante el cual una iglesia refugio le permite a un integrante de una familia de inmigrantes bajo peligro de deportación vivir en sus instalaciones, mientras la comunidad de fe aboga ante ICE por un aplazamiento de la deportación. Otras congregaciones, llamadas iglesias sustentadoras, se comprometen a visitar a la persona que busca refugio y a proveer lo necesario mediante diversas expresiones de apoyo.
“Podemos apoyar a los nuevos integrantes de las comunidades en las que vivimos”, dice Schlabach. “Ellos no se quedan aquí [en la frontera]; van a otras partes de Estados Unidos”.
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Vea también:
Estudio bíblico de Hospitalidad radical sobre inmigración disponible por Internet
Traducción: Alex Naula, Zulma Prieto
Imágenes disponibles:
En verano del 2014, juveniles y adultos de la Iglesia Menonita de Walnut Hill, de Goshen, Indiana, viajaron a Guatemala, donde se encontraron y se hospedaron con las familias de los detenidos que habían conocido en un viaje a Georgia. En la imagen aparecen (de izq. a der.) Katja Norton, Jason Harrison, Trever Yoder, Ian Bomberger y Nathanael Eby en Antigua, Guatemala. (Foto de Jason Harrison).
En verano del 2014, juveniles y adultos de la Iglesia Menonita de Walnut Hill, de Goshen, Indiana, viajaron a Guatemala, donde se encontraron y se hospedaron con las familias de los detenidos que habían conocido en un viaje a Georgia. En la imagen aparecen (de izq. a der.) Katja Norton, Jason Harrison, Trever Yoder, Ian Bomberger, Nathanael Eby, Liz Yoder, Bekah Schrag y Anton Flores-Maisonet en El Sauce, Guatemala. (Foto de Jason Harrison).
Corporate Corrections of America, un centro de detención privado con fines de lucro al que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) subcontrata para brindar “camas” para inmigrantes. El Congreso de Estados Unidos ordena actualmente que haya continuamente 34,000 camas/lugares pagos en centros de detención para inmigrantes. (Foto de Tina Stoltzfus Schlabach).
Raúl (nombre ficticio), un detenido de México liberado bajo una fianza pagada por la Iglesia Menonita de Evanston, Illinois, luego de su encarcelamiento de diez meses, y su familia. (Foto de Tina Stoltzfus Schlabach).
Maricela (nombre ficticio), una detenida de México liberada bajo una fianza pagada por la Iglesia Menonita de Evanston, Illinois, luego de su encarcelamiento de 20 meses. Maricela había escapado de una vida de violencia doméstica en Honduras. (Foto de Tina Stoltzfus Schlabach).