por Dania Maritza Hernández
Dania Maritza Hernández, pastorea junto con su esposo Benito Farfán, la Iglesia Menonita Peña de Horeb. En ella nació la vision de plantar las primeras semillas de dicha comunidad de fe que se encuentra ubicada en el sur de Filadelfia, Pensilvania. La iglesia hace parte de la conferencia Mosaico, y en esta ocasión, Dania nos cuenta como Dios uso su vida como un vaso roto brindado restauración y la equipó para el trabajo ministerial. Adicionalmente nos compartió como se preparan como comunidad de fe para celebrar la fidelidad de Dios a través de estos 4 años de aniversario.
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Hoy quiero compartir algo que, sin temor a equivocarme, siento que es el milagro más grande que he recibido en mi vida: Dios usa a quién él desea, por más roto que crea estar. En lo personal, como ministra, hace 4 años empecé con una visión de mostrar el amor de Cristo en la vida de aquellos que no conocían de él, sin imaginar todo lo que vendría gracias a eso. Me encuentro muy sorprendida al ver todo lo que Él es capaz de hacer por aquellos que deciden escuchar el llamado; es aterrador al principio, por lo menos lo fue en mi caso, porque el amor a las almas me hizo comenzar un camino que, si lo hubiera pensado y analizado muy bien, tal vez no lo hubiera iniciado, porque mi situación no era la más conveniente, no me sentía la persona adecuada para llevar la palabra de Dios a otros. Sin embargo, Dios hace grandes cosas con aquellos vasos rotos a quien nadie tiene en cuenta, ya que sería más fácil tirarlos a la basura asegurando que es una locura pensar que pueden ser útiles, que no hay un llamado de parte de Dios sobre ellos. Pese a todo ello, Dios me vio y me llamó, encendió un fuego, que me impulsaba a «avanzar», a no agachar la mirada». Y decidí seguir su llamado y me atreví a continuar pese a todo y no escuchar otras voces que el enemigo continuamente usa. Hoy entiendo que todo aquello ha sido necesario para que ser probada como el oro y ser pasada por el fuego.
Hermanos, amigos, colegas alentémonos unos con otros para no servir de tropiezo porque «a los que predestinó, a esos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó» (Romanos 8-30). Avancemos, manada pequeña, porque nos ha llamado a todos nosotros.
Amo a Jesús, su evangelio… es el mejor regalo que nos ha dado.
Me quedo sin palabras al intentar describir su gran amor para con nosotros; es maravilloso. Es por eso que te animo a seguirlo, a pedir su perdón cada día por tus acciones y a permitir que él esté en tu vida. Oremos los unos por los otros. Él pone las personas correctas en nuestro camino para que sean de apoyo. Nuestro llamado es ganar almas para el Rey y desde cada departamento de nuestra iglesia debemos trabajar para cumplir nuestra misión evangélica y, para ello, debemos dar lo mejor cada día de nuestras vidas.
A pesar de que tras la llegada del COVID-19 muchas personas se alejaron de Dios y de la iglesia; a quienes hemos permanecido, Dios ha mostrado su fidelidad. Por eso, mi último llamado a todos es que hagamos lo que hizo Moisés frente a los ancianos: golpeemos la piedra que Jesús saciará nuestra sed, «he aquí (dice Jehová), yo estaré delante de ti allí sobre la peña de Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo» (Éxodo 17:6), Dios ha saciado nuestra sed.
La Iglesia Menonita Peña de Horeb, que está ubicada en el sur de Filadelfia, está a punto de ponerse velos blancos porque cumplirá su 4to aniversario. Hemos tenido un largo camino hasta aquí; pero cada domingo al llegar a mi casa, me acuesto y al cerrar los ojos, pienso en cómo Dios se manifiesta y me permite ver el crecimiento de la iglesia. A veces no puedo creer lo que hace, pero él es fiel a su palabra, y cuando más débil me siento, Dios me sorprende con una bendición y estoy segura de que así mismo será en tu vida.
Tu hermana y pastora Dania Maritza, te bendice en este día. Los amo, en el amor de Cristo y que Dios los bendiga.