Por Jessica Farmwald
DENVER, Colorado (Iglesia Menonita de EE. UU.)—Era una conversación casual en el trabajo: un hombre le preguntó a una compañera qué había estado haciendo últimamente con su pasatiempo musical; ella le dijo que estaba cantando una vez al mes en unas sesiones de improvisación de estilo blues en la Primera Iglesia Menonita (FMC, por sus siglas en inglés) de Denver. Como sabía que él también era músico, lo invitó a ir algún día con su guitarra a una sesión y ver si le gustaba. Es exactamente la clase de oportunidades para la “evangelización” no tradicional y no confrontativa que Vern Rempel, el pastor principal de FMC, quería crear.
Luego de recibir el desafío de un comentario de André Gingerich Stoner, director de testimonio integral y relaciones intereclesiales para la Iglesia Menonita de EE. UU. , según el cual los menonitas “tienden a amar el servicio, coquetean con la paz y son alérgicos a la evangelización”, Rempel regreso de su período sabático del verano del 2011 con una resolución: crear más entornos abiertos para invitar a personas nuevas a experimentar la comunidad de amor de FMC.
“Por algún motivo, con la iglesia vacilamos continuamente: ‘No quiero decirle nada a la gente; creerán que los estoy evangelizando’. Pero yo llegué a la conclusión que todos necesitan una buena comunidad en su vida. Así que pensé: ´Puedo invitar gente a la comunidad, donde la meta no es que les diga lo que yo sé que ellos deben saber, sino conocernos mutuamente y descubrir lo que el Espíritu Santo tiene para nosotros”, dice Rempel, y agrega que arribó a esta forma más relacional y menos “como sermón” de evangelización en parte a través de conversaciones con el conocido evangélico Ted Haggard y el escritor y educador Parker Palmer.
Rempel comenzó haciendo una tormenta de ideas sobre proyectos y programas para gente nueva vinculados con lo que a él le apasionaba y que creía que disfrutaría llevar a cabo junto a estas personas. “Sabía que si a mí no me agradaba, a nadie le agradaría”, dice Rempel.
Su amor por el jazz y los blues derivó en lo que Rempel llama “un culto contemplativo pentecostal menonita” los domingos a las 12:30 p.m. en el templo de FMC. Desde fines de octubre, este culto de 45 minutos “de música improvisada y reflexiones también improvisadas” ha crecido hasta tener ahora un grupo de entre cinco y diez músicos y más de 35 participantes. Allí se oyen himnos con un estilo más gospel mezclados con los temas clásicos de jazz, tales como “Come Sunday” de Duke Ellington y otras melodías muy conocidas como “My Funny Valentine”.
Herm Weaver, ministro de la conferencia menonita de Mountain States, comenta: “Al hacer una variedad de actividades para la gente nueva, vamos más allá de lo étnico que encierran nuestros cultos de adoración actuales. Yo siento que nuestra forma de vivir la iglesia es muy propia de nuestro grupo étnico y a menudo, a quienes no son menonitas les cuesta incorporarse”.
Carlene Hill, miembro de FMC desde hace cuatro años, tiene un trasfondo pentecostal. Colabora con la predicación en el culto de blues y dice que el ambiente relajado ayuda a que la comunidad se acerque. “No queremos que los nuevos sientan que nos están mirando desde fuera, sino que se sientan parte de la experiencia de adoración. La mejor manera de lograr esto es crear un espacio que no sea intimidante, algo común de los cultos de las iglesias muy estructuradas, si uno no está acostumbrado al protocolo de una iglesia”.
Otra de las iniciativas surgió del trabajo y estudio de Rempel con Palmer en los “círculos de confianza”. Todos los jueves por la noche y durante 75 minutos, los participantes se reúnen en una casa para tener un tiempo guiado confidencial y libre de juicios, para compartir historias y reflexionar juntos. En cualquier encuentro se ven entre 10 y 15 participantes de un total de 30, muchos de los cuales no asisten a FMC.
Primero, Rempel recuerda los criterios centrales, tales como “Siempre una invitación, nunca una invasión” (nunca se le exige hablar a nadie) y “Ni soluciones, ni sugerencias ni correcciones”. Luego de una guía narrativa a modo de “precalentamiento”—un poema o una lectura bíblica—y 20 a 25 minutos de contemplación silenciosa, todos quedan invitados a “compartir en el círculo”. Durante este tiempo nadie opina ni responde de ninguna forma ante la persona que está hablando, ni siquiera con lenguaje corporal; se les pide a todos los participantes que eviten el contacto visual y que en cambio enfoquen la vista en un centro de mesa simbólico.
Para que extender invitaciones para estos dos programas nuevos sea más fácil, Rempel ha hecho tarjetas de presentación que los participantes pueden llevar para entregar a otros. Sin embargo, la meta de estas expresiones de evangelización no es necesariamente aumentar la cantidad de miembros de FMC; en lugar de eso, él espera que uno o ambos programas nuevos se conviertan en nuevas iglesias.
“Hay mucha apertura y deseo hacia el mensaje de comunidad, gracia, amor y justicia, cosas de las que los menonitas nos ocupamos profundamente”, dice Weaver. “Creo que el tiempo es muy apropiado para que vayamos más allá de las iglesias que tenemos ahora e intentemos crear nuevos círculos de gente que puedan ser la próxima versión de lo que significa ser anabautistas en la ciudad”.
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Traducción: Alex Naula, Zulma Prieto
Imágenes disponibles:
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Los músicos dirigen un momento de alabanza por la tarde con blues y música folk en la Primera Iglesia Menonita de Denver: (de izquierda a derecha) Vern Rempel en guitarra, Chad Pittman en guitarra, Taylor Berry en armónica y Tony Pfeiffer en batería. (Foto provista por Vern Rempel)
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Los músicos dirigen un momento de alabanza con blues y música folk en la Primera Iglesia Menonita de Denver: (de izquierda a derecha) Vern Rempel en piano, Chad Pittman en guitarra, Gary Wahl en batería, Taylor Berry en armónica y Tony Pfeiffer en batería. (Foto provista por Vern Rempel)
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Los músicos dirigen un momento de alabanza con blues y música folk en la Primera Iglesia Menonita de Denver: (de izquierda a derecha) Vern Rempel en piano, Chad Pittman en guitarra, Taylor Berry en armónica, Gary Wahl en batería y Tony Pfeiffer en batería. (Foto provista por Vern Rempel)