Por Javier Márquez
EWUUK/ Atardecer. Porque las palabras sencillas son las más bellas. Antes que el concepto emprenda su camino lento y poderoso en nuestra mente, las personas, los niños, aprendemos a hablar relacionando emociones y deseos con sonidos.
Es exactamente el mismo proceso creativo que el artista necesita para componer su música…, el niño, la niña, necesitan volverse músicos para ir tejiendo las primeras palabras; con el tiempo, cuando el lenguaje se ha convertido sobre todo en una bodega de herramientas, lo que hacemos es enredar nuevas palabras a la telaraña de las lógicas recogidas y adaptadas por tantos años, pero rara vez tejemos como en los primeros años.
Por eso se dice que el lenguaje materno es con el que expresamos el amor
Obviamente, es un tejido que casi siempre es guiado por la Madre Tejedora/ Na’b’ aj kemonel (palabra en que’eqchi’). Por eso se dice que el lenguaje materno es con el que expresamos el amor, y es el que hablamos mientras degustamos los sabores más naturales de la tierra. Los otros idiomas, los adquiridos después, tienen un sabor sofisticado a receta de gourmet, también son deliciosos, pero se debe aprender a apreciarlos. Sin embargo ¿Qué tan difícil fue aprender a saborear el maíz, el café, el frijól, la naranja, el mango?/ Reek’ankil xsahil xkihal li ixim, li kenq’, li chin ut li mank
El poeta español G. A. Becker escribió una vez, refiriéndose tanto a la razón como a la inspiración, que Con ambas siempre en lucha/ y de ambas vencedor/ solo al genio le es dado/ en un yugo atar las dos. Tienen todo de genios los niños, y también de poetas, que aprenden escuchando y mirando los labios de las madres, uniendo la razón que hay en la estructura de los sonidos con el pellizco de inspiración que les produce el hambre, la risa, el cariño y el sentimiento de extrañar, que será el primero que relacionamos con el amor, y de esa manera van naciendo sus primeras palabras.
Mamá, papá, comida/ Na’, yuwa’, tzekahemp
De modo que cuándo no hay en nosotros la esencia que no se pueda rastrear, como si las palabras que nos explican tuvieran aroma, en el lenguaje de los primeros años.
Hoy el atardecer es amarillo, y el niño preguntará a su madre ¿Qué color es ese?
Amarillo/ Q’an
Q’EQCHI’
Es un constante en la historia la resistencia de los pueblos oprimidos o conquistados para no dejar morir su idioma, su niño.
Esto tiene tanto de sol como de luna, tanto de memoria como de esperanza. Lo cierto es que muchas lenguas se perdieron con el tiempo, o mejor dicho, las mataron. Pero también es cierto que en el mundo, y con mucha fuerza en nuestras Américas, la voluntad de resistencia de las comunidades nativas ha encontrado la dirección para sobrevivir llevando en el corazón y la memoria la lengua propia, la que sí corresponde a la tierra.
Nosotros los cristianos tenemos deudas de reflexión en la manera cómo sistemáticamente hemos participado en el crimen de dañar el espíritu de muchos pueblos por la forma en que hemos participado, salvo pequeñas excepciones, en la extinción de estas lenguas históricas. Y viene bueno preguntarnos qué tipo de Buena Nueva llevamos.
Auaggelion (Evangelio en griego)
Para los seguidores de Jesús es parte de su idioma compartido la palabra Evangelio, que es la traducción del griego Euaggelion. Su significado en el pasado y hoy es prácticamente el mismo, Buenas Noticias o Buenas Nuevas. Es un término importante para nuestra sociedad occidental, por eso me atrevo a sugerir que hay relación entre la fuerza identitaria de esta expresión con el uso cotidiano, como sucede por ejemplo con el saludo de todos los días al tendero cuando se va por algo en mi país, uno entra y dice ¡Buenas! ¿Pero buenas qué? Buenas vecino.
Así que no es mala idea pensar y repensar qué representa realmente una buena noticia para el otro y la otra, recordando por supuesto que Jesús dedicó todo su sermón del monte a dar buenas noticias, y ¿para quienes? Para los pobres, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los pacificadores, los de corazón puro.
Fundación Odigua
Las comunidades Q´eqchies´ son un ejemplo vivo de todo lo que venimos hablando. Son indígenas que han poblado por miles de años los valles del norte de lo que hoy es Guatemala y el sur de lo que hoy es Belice. Llevan hablando su lengua maya desde el 600 AC., y están ubicados en los Departamentos de Alta Verapaz, Baja Verapaz, Quiche, Izabal y el sur de Belice.
A pesar de soportar la barbarie colonizadora así como catástrofes de la sociedad occidental como son la explotación natural y la guerra civil de Guatemala, hoy continúan viviendo a su manera de ser y de hacer comunidades, sembrando lo suyo, comiendo a su manera, amando a su manera, y hablando el Q´eqchi´. Suman más de 700.000 hablantes en las zonas mencionadas, pero también hay otros hablantes en El Salvador.
Incluso, hay grupos grandes que han adoptado una fe cristiana y además con orientación Anabautista. Y es aquí en donde entra ODIGUA, SEMBRANDO ESPERANZA.
Si recuerdan lo que veníamos diciendo sobre las Buenas Nuevas, es importante revisar la experiencia de Odigua. Esta fundación nació en los primeros días de 1997, pero entonces su nombre era Meno Paz, después cambiaría con los años a Red Paz y finalmente desde el 2017 su nombre volvería a cambiar -¿Quién sabe por cuánto?- a ODIGUA, SEMBRANDO ESPERANZA.
El propósito de aquellos años era traducir esa forma de decir complicada del lenguaje oficial con el que se firmó el Acuerdo de Paz en diciembre de 1996 a un idioma más fácil, entendible, como el que les cuento que usamos por acá con el tendero y que todos pueden entender.
Era importante, la guerra había matado a más de 200 mil personas en Guatemala, había desaparecido otras 45 mil y desplazado otras 100 mil, según las cifras de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de la ONU. En ese momento, José Luis Azurdia, el fundador, entendió que las Buenas Nuevas consistían en llevar aquel acuerdo histórico de reconciliación hasta donde sus pies le permitieran con un lenguaje para todos.
Después Odigua -por entonces Meno Paz-, comenzó a trabajar de cerca con las comunidades Q´eqchi´es, sobre todo aunque no exclusivamente con las de creencia cristiana, y fueron construyendo su trabajo hasta el día de hoy.
Mi entrevista con Odigua
Cuando los he llamado han intentado estar todo el equipo. Yo llegué a proponer por motivos de tiempo que si Claudia Annabella Azurdia, quien es la coordinadora general, estaba dispuesta a tener la llamada solitaria eso sería suficiente. Pero su espíritu es comunitario, y por lo mismo fue necesario esperar el tiempo/Honal adecuado cuando pudieran estar por lo menos la mayoría.
Entonces por fin pudimos encontrarnos Claudia, Federico, Carlos y yo. Cuatro de seis miembros del equipo de la Fundación, sacando de la cuenta, claro, a las comunidades, aclarando que Federico y Carlos son personas Q´eqchi´. Pero ese día el Honal lo tenían corto porque esa tarde debían realizar una visita a una familia para llevarles víveres.
No obstante me atendieron y me contaron qué hace Odigua hoy. Lo resumiré tomando lo que dice su página Web: Somos una organización que trabaja por el desarrollo integral de las comunidades q’eqchi’ de Carchá, Alta Verapaz Guatemala. Brindamos capacitaciones en los diferentes programas: 1. Programa de Justicia y Paz, 2. Programa de Alfabetización, 3. Programa de Jóvenes Construyendo la Paz y 4. Programa de Agroecología.
El programa de alfabetización es en la lengua madre, el q’eqchi’, y son muchas de sus estudiantes mujeres de todas las edades. La respuesta es la siguiente: Buenas Nuevas, desde la visión de Odigua es llevar un mensaje de Justicia y Paz, dar voz a quienes no la han tenido por medio de la alfabetización, empoderar a los jóvenes y acompañar y ayudar en el cubrimiento de las necesidades básicas a partir de una apropiación responsable y sostenible de la naturaleza, seguramente en este punto es más lo que Odigua aprenden de los Q´eqchi´ que los Q’eqchi’ de ellos.
En una siguiente publicación les contaremos un poco más de fondo el trabajo de Odigua y cómo este proyecto de Agroecología fue clave para sostener alimentariamente a muchas familias en medio de la pandemia. Como literalmente estuvieron SEMBRANDO ESPERANZA.
Hasta entonces, Buenas Noches/Naxiin waxiin