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Publicado el 1° de junio del 2020
Glen Guyton es el director ejecutivo de la Iglesia Menonita de EE. UU.
No me pasa a menudo, pero hoy me encuentro sin palabras al ver ciudades de Estados Unidos en llamas y después de haber soportado varias semanas de ver cómo los cuerpos de negros son sacrificados en nombre del orden y la disciplina. Me debato entre ser un hombre negro encolerizado y un líder en una institución predominantemente blanca, unificada por la teología y, en el caso de muchos integrantes, una ascendencia en común.
Los nombres más recientes que me han desgarrado el corazón son los de George Floyd, Breonna Taylor y Ahmaud Arbery. Observé horrorizado cómo una mujer llamada Amy Cooper, que paseaba a su perro sin cadena, intentó convencer a la policía que Christian Cooper era una amenaza peligrosa, mientras que él simplemente quería mirar pájaros pacíficamente en Central Park. Al igual que yo, Christian Cooper es un hombre afroamericano. El lenguaje que se usó en esa llamada significa que cualquier hombre negro, sea mi hijo o yo mismo, podríamos haber encajado en la descripción, dándoles a los agentes que acudieron a la escena la licencia para matar con la inmunidad calificada que niega toda justicia. Honestamente, tengo más miedo de las Amy del mundo que de los supremacistas blancos que fácilmente puedo identificar y evitar.
Me ha llevado un tiempo bosquejar esta carta porque me sentí dividido entre mi ira, mi temor, mi fe cristiana y mi compromiso anabautista con la paz. Nada querrían más los sistemas de poder racial que líderes como yo hagan a un lado su negritud y su dolor; ellos son parte de lo que moldea mi identidad. Pero como líder, soy llamado a vencer mi miedo y mi tristeza. Necesito hacer un llamamiento a la gente de la Iglesia Menonita de EE. UU. (MC USA).
Nuestra iglesia histórica de paz necesita hablar de la injusticia que crece en nuestro país. Nuestra iglesia histórica de paz necesita hablar del creciente uso de la fuerza militar en contra de civiles y la militarización de nuestra fuerza policial.
En el 2019, la policía mató a más de 1,000 personas. Si bien los negros y los hispanos están bajo un mayor riesgo per cápita, el 44 % de los que fueron asesinados eran blancos. La violencia nos impacta a todos. Nuestra iglesia histórica de paz tiene la responsabilidad de combatir la masculinidad tóxica, la cual pone a los hombres tanto en el rol del agresor como en el de la víctima —en el 95 % de los casos.
Además de los pensamientos y las oraciones, necesitamos actuar. Necesitamos unirnos en torno a quiénes somos como personas que trabajan por la paz transformativa, no según nuestras ideologías políticas. Hago un llamado para que todas las congregaciones de MC USA dediquemos un tiempo a la oración el domingo 7 de junio para lamentar la violencia, el dolor y la injusticia que asolan nuestro país. Les pido que oren por un liderazgo compasivo y sabio para nuestro país en estos momentos.
Luego de la convención del 2019, lanzamos #BringThePeace (Traigan la paz). Esta iniciativa es más importante que nunca. Algunos me retaron por esa visión, diciendo que era demasiado audaz, demasiado presuntuosa, pero al oír las voces de los que no son oídos manifestándose en los disturbios, el cuerpo de Cristo necesita responder de modos tangibles. Los animamos a usted y a su congregación a responder las siguientes preguntas:
- ¿Cómo se unirá a la paz de Dios en acción en su comunidad?
- ¿Hay personas u organizaciones en sus comunidades que demuestren cómo es la paz?
- ¿Dónde ha encontrado la paz de Dios en el trabajo que está haciendo?
- ¿Dónde le ha costado hallar la paz de Dios?
- ¿Qué cosas puede hacer para ser un canal activo del trabajo transformador por la paz?
Nuestros líderes denominacionales caminarán a su lado para ayudarles a identificar modos de abordar estas preguntas, pero lo alentamos a actuar ahora.
Necesitamos involucrarnos en un trabajo por la paz más costoso, enraizado en el discipulado radical, el cual procura desmantelar sistemas de opresión.
La violencia y la agitación que estamos viendo ahora no son un accidente; el sistema está diseñado para hacer esto, y nos pone en peligro a todos, no solo a las personas de color. Pónganse del lado de los marginados de sus comunidades. Si usted tiene el poder del privilegio, úselo como escudo para proteger a las personas de color que no lo tienen. Use su voz y su poder para motivar la acción de los funcionarios locales del Gobierno. Genere espacios para la reconciliación, la sanación y la esperanza.
Estoy decidido a no permitir que las circunstancias pasadas y presentes de la opresión sistémica me hagan sentir impotencia. Para muchas personas de la comunidad blanca, incluyendo a nuestra familia menonita, el color de mi piel es una barrera. Es una consideración que no puedo hacer de lado fácilmente. Pero para muchos de ustedes en MC USA, su raza no es una barrera sino más bien una ventaja que pueden usar para desmantelar la injusticia racial en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Necesitamos su voz. Necesitamos traer la paz: #BringthePeace.
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