Por Adriana Celis
Todo comenzó en sus años de adolecente. Luis Alvarado anhelaba servir en el pastorado desde la capellanía. Decidir en que quería dedicarse no fue sencillo. Hay elecciones en la vida que son fáciles de tomar, otras son sencillamente complejas. Algunas decisiones son mejores que otras. Unas nos llevan a lugares increíbles, donde podemos encontrar gozo y satisfacción, por otro lado algunas decisiones nos pueden llevar a experimentar dolor y tristeza.
En el caso de Luis haber tomado la decisión de ser capellán ha sido una de las mejores elecciones de vida. Era consciente que la capellanía no era el típico servicio pastoral, tal vez no el más aprobado por muchas personas, pero este fue su llamado.
Sus inicios
Luis nació en Puerto Rico hace más de 50 años. Es pastor y capellán de un centro de detención migratorio en Texas. Obtuvo su Bachillerato en Artes en Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico; cuenta con una Maestría en Divinidades del Seminario Teológico McCormick en Chicago. Es pastor ordenado por la Conferencia Sur Central de la Iglesia Menonita de USA. Adicionalmente es capellán certificado por la Asociación Americana de Capellanes de Corrección
Es el menor de nueve hermanos. Se levanta muy temprano, le gusta iniciar su día con agradecimiento a Dios mediante la oración y meditación bíblica. Se prepara rápidamente para ir a trabajar al centro de detención migratorio de la ciudad donde reside. Pasa largas horas en su teléfono. Nunca se desconecta de la realidad, ni siquiera en época de vacaciones. Tiene una habilidad especial para trabajar como facilitador conectando a personas con sus creencias, al encontrarse detenidas en aquel centro migratorio.
La capellanía es un ministerio poco común
Luis decidió dedicarse a la capellanía y ayudar a todas las personas sin excepción alguna ¿Por qué en un centro de detención para inmigrantes? Luis dice que lo inspira trabajar en este lugar para conectar a las personas con su religión sin importar si ellas profesan la fe cristiana. Pareciera entonces que estuviera de una u otra forma traicionando su fe ¿Como puede ser posible que fe y humanismo sean enemigos? ¿Entonces no es el amor la marca distintiva de la iglesia y del cristiano? ¿Será que muchas veces no se está a la altura de esta premisa?
Cuenta Luis, “soy fiel a mis convicciones”. La capellanía es un ministerio poco común pese a que encuentra su soporte y fundamento en la Biblia. Su objetivo principal no es cuestionar la fe de otros, al contrario, es servir a la sociedad en cuanto a las necesidades espirituales y físicas de los seres humanos. Luis comenta: “Mi llamado no tiene nada que ver con traicionar mi fe, soy una persona que está para crear puentes no para construir muros divisorios”.
Las historias de otros, lo han hecho una persona más humana
Hace mucho tiempo mientras se encontraba en su oficina. Sentado realizando labores administrativas en el centro de detención donde trabaja; a Luis le llamó la atención algo. Se trataba de un nuevo grupo de inmigrantes que habían sido llevados a aquel lugar. Ellos habían sido capturados y detenidos. Los motivos y argumentos probatorios de fondo -ingresar ilegalmente al país-. Situación que es muy común, especialmente cuando muchas personas, los llamados inmigrantes, dejan sus hogares natales y valientemente deciden cruzar la frontera a toda costa sin importar sus consecuencias.
Con todo el respeto y el profesionalismo que caracteriza a Luis, se acercó a este grupo de personas, los saludó con una voz fraterna y amiga. Les ofreció, su ayuda. Inició conversación con los recién llegados. Una de ellas, le comentó la angustia abrumadora que sentía. Se trataba de una mujer joven, profesional, que había decidido dejar su país en Latinoamérica para crear un nuevo futuro en Estados Unidos. Entre lágrimas comentaba el dolor y la humillación de venir a este país. En donde no hablaba su lengua, donde realizaba trabajos que nunca en su vida había hecho -los llamados no cualificados-.
Recordaba como en su país de origen era profesional, con una casa y una familia. Acá simplemente era una latina más entre miles y miles de “indocumentados.” Luis, la escuchó atento, aquella mujer no paraba de llorar y en medio de sollozos dijo: “ahora no puedo creer que voy a ser deportada como si fuera una criminal. Nunca me imaginé que esto me sucedería a mi.”
Mientras Luis la escuchaba atento, le sorprendía como una persona era capaz de soportar tanto dolor. Lo que reafirmaba en él, su profundo amor por el servicio donde Dios lo había puesto para trabajar con las personas. De esta manera, brindándoles una voz de consuelo cuando nadie más lo podría hacer. Son estas historias las que han creado un corazón sensible en Luis. No se trata de juzgar las decisiones que otros han tomado porque algunas decisiones son más fáciles, otras simplemente son difíciles de entender.
Son en esos momentos cuando reconocemos que debemos ser fieles al llamado que Dios en su infinito amor nos llamó a ser. Porque la verdadera compasión y servicio cristiano son más que mil palabras expresadas, son actos de amor que nacen desde el riesgo y son refinados desde lo profundo del alma. El amor entonces debería ser el resultado natural de la compasión.