Como seguidores de Cristo, estamos llamados a ser una luz en medio de la incertidumbre y a defender la dignidad de quienes buscan un hogar en medio de los llamados a la deportación.
por Adriana Celis
El inicio de un nuevo año trae consigo un cambio significativo en la historia de los Estados Unidos: un nuevo mandato presidencial que promete implementar medidas estrictas en temas migratorios. La política migratoria anunciada contempla una deportación masiva de millones de migrantes, lo que plantea múltiples preguntas: ¿qué dice la Biblia sobre la migración? ¿Cómo pueden protegerse las comunidades? ¿Existe aún esperanza?
La migración desde una perspectiva bíblica
La Biblia está llena de relatos sobre migración, desde el Antiguo hasta el Nuevo Testamento. Estos relatos no solo narran los desplazamientos del pueblo de Israel en busca de una vida mejor, sino que también reflejan cómo Dios extiende su amor y compasión hacia los migrantes.
En el Antiguo Testamento, muchas personas abandonaron sus tierras en busca de alimentos y refugio, mientras otras huyeron de guerras constantes. Un ejemplo clave es Jesús mismo: siendo niño, su familia tuvo que huir a Egipto para escapar de la persecución del rey Herodes (Mateo 2:13-15). Esta historia convierte a Jesús en un símbolo de esperanza y refugio para quienes enfrentan desplazamientos forzados.
La Biblia nos invita a ser hacedores de buenas obras, a recibir al inmigrante con dignidad, compasión y respeto. En tiempos desafiantes, ser solidarios con los más vulnerables no es solo un acto de generosidad, sino un llamado de fe.
El nuevo mandato presidencial y sus implicaciones
La migración masiva hacia los Estados Unidos ha aumentado en las últimas décadas debido a la búsqueda de refugio y mejores oportunidades. Sin embargo, este fenómeno también ha generado intensos debates sobre la seguridad fronteriza y los sistemas legales del país. Mientras algunos defienden la necesidad de proteger la integridad nacional, otros recuerdan que los Estados Unidos es una nación construida por inmigrantes que han contribuido al crecimiento de su economía.
Con la llegada de Donald Trump como el 47° presidente, las políticas migratorias se perfilan más estrictas. A partir del 20 de enero de 2025, se prevé la ejecución de deportaciones a gran escala, afectando a más de 12 millones de personas cuyo estatus migratorio sigue sin definirse. Esto ha provocado una ola de incertidumbre: ¿qué harán los inmigrantes? ¿Qué pasará con sus vidas? ¿Hacia dónde podrán dirigirse?
Responder a estas preguntas no es fácil, ya que el futuro es incierto. Sin embargo, la fe nos recuerda que, aun en medio de las dificultades, Dios sigue siendo Dios: protector de los débiles y fuente de esperanza en tiempos difíciles.
Fortalecidos en la fe: una respuesta de esperanza
La pastora Yanira López, de la Iglesia Manantial de Agua Viva de Iowa, compartió un mensaje inspirador:
Sabemos que vienen tiempos difíciles para la comunidad inmigrante en los Estados Unidos con la toma de posesión del presidente electo Trump. Su política migratoria es conocida por ser agresiva y sus palabras generan temor, como Goliat intimidaba al pueblo de Israel. Sin embargo, los 40 días de amenazas terminaron cuando un joven, pequeño a los ojos de muchos, confió plenamente en el Dios de los ejércitos de Israel y venció al gigante (1 Samuel 17).
La pastora subraya que, al igual que David, debemos enfrentar nuestros “gigantes” con fe y valentía, recordando que Dios no cambia. Él sigue siendo fiel y protector. En tiempos de crisis, nuestra mejor defensa es fortalecer nuestra relación con Dios a través de la oración, el ayuno y las disciplinas espirituales.
La respuesta de las comunidades de fe
Las comunidades anabautistas tienen un papel crucial en estos tiempos. Es necesario levantar “murallas espirituales” y equiparse con la armadura de Dios (Efesios 6:11) para apoyar a quienes serán afectados por las nuevas leyes migratorias comenta Yanira. Algunas acciones concretas incluyen establecer espacios de refugio y apoyo comunitario para las familias inmigrantes, ofrecer asesoría legal gratuita y recursos de orientación para quienes necesiten acompañamiento en sus procesos migratorios, entre otros.
El temor, el miedo y la intimidación son armas que paralizan. Pero, como nos recuerda 2 Timoteo 1:7, «Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio». La fe es nuestra mayor fortaleza frente a las adversidades.
Un llamado a la acción
Este nuevo mandato presidencial representa un desafío para las comunidades migrantes y de fe, pero también es una oportunidad para demostrar que la solidaridad y el amor al prójimo pueden prevalecer en los tiempos más oscuros. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a ser luz en medio de la incertidumbre y a defender la dignidad de aquellos que buscan un hogar.
Dios sigue siendo Dios, y Su amor no tiene fronteras.