Por Adriana Celis
Experimentó en carne propia, cómo su familia se dividía en dos
Sonó el teléfono varias veces en la madrugada de la primavera de 2015. Gloria se apresuró a contestar, “hola buenos días, buenos días…” del otro lado del auricular se encontraba Max su esposo, quien la llamaba para contarle que había sido detenido en la puerta de su casa y se encontraba listo para que se iniciara su proceso de deportación en cualquier momento.
Los procesos de deportación en los Estados Unidos han tenido un aumento significativo en las dos últimas administraciones presidenciales, según medios internacionales y locales como la BBC de Londres y el New York Times. Y es que ser deportado de los Estados Unidos hacia Latinoamérica o al país de origen, tiene consecuencias grandes que repercuten no solo en quien vive ese proceso, sino también en las familias de quienes pasan por ese penoso y doloroso momento.
Es así el caso que soportó la pastora Gloria Villatoro de la Iglesia Menonita Torre Fuerte de Iowa. Cuando presenció cómo su esposo y también pastor Max Villatoro fue deportado de Estados Unidos hacia Honduras, experimentó en carne propia, cómo su familia se dividía en dos, mientras su cónyuge era tratado como el peor criminal.
“Todo aconteció en un abrir y cerrar de ojos.”
Nos relata Gloria en entrevista para MenoTicias. “Era una fría mañana de aquel 3 de marzo, con lluvia helada, oscura, sin estrellas, ni luna. El viento impetuoso golpeaba fuertemente las ventanas de nuestra casa, era como si el frío en la atmósfera anunciara que algo no muy bueno sucedería, y de hecho así fue.”
Una vez de regreso a casa, sucedió lo inimaginado
Gloria corrió a paso rápido a través de su dormitorio para contestar el teléfono que no dejaba de sonar alrededor de las 5:00 am. Al escuchar que no paraba de sonar aquel teléfono, empezó a preocuparse, pensó tal vez fuera Max que necesitara algo. Su esposo Max antes de ser detenido en esa madrugada, había salido muy temprano de casa para hacer algunas diligencias y también para llevar a varios amigos que no tenían automóvil hasta su lugar de trabajo. Una vez de regreso a casa, sucedió lo inimaginado.
En una redada realizada por agentes federales de los Estados Unidos, el pastor Max fue arrestado frente a las puertas de su residencia. El propósito de dichas redadas era capturar a personas con órdenes de deportación, antecedentes judiciales serios como por ejemplo, detener a criminales peligrosos e indocumentados. Cuando Max preguntó por el motivo de su captura a los agentes federales, le contestaron que era acusado principalmente de cometer los delitos de alteración de documentos y de conducir bajo la influencia de alcohol.
Llamó con todas sus fuerzas a su esposa Gloria
Desorientado y sin saber que podía hacer, el pastor Max llamó con todas sus fuerzas a su esposa Gloria, pero ella no logró escucharlo porque aún era muy temprano. Max intentó explicarles a los agentes que si bien en algún momento de su vida, en su juventud, él había incurrido en el uso de documentación falsa y era verdad que había conducido bajo los efectos del alcohol, sin embargo, él había pagado la consecuencia de sus actos; cuando el Estado le impuso un proceso en el año de 1998, allí el pago el ticket de multa y la fianza, recuperando así su libertad.
Una vez en el centro de detención llamó a casa y Gloria atendió al llamado. Max del otro lado del teléfono se dirigió a Gloria. “…Gloria me han arrestado y me van a deportar pronto vulnerando mi debido derecho, ¿Qué podemos hacer? -, preguntó Gloria muy asustada? Su única preocupación en ese momento era que su esposo estuviera bien…”
Al pastor Max lo llevaban de cárcel en cárcel
Los días transcurrían, la desolación y el desespero eran inminentes, pues no se sabía a ciencia cierta qué podría pasar con el caso de Max. Al pastor Max lo llevaban de cárcel en cárcel, sufriendo muchas humillaciones, adicionalmente soportando la vergüenza de ser tratado como un peligroso criminal. Cuenta Gloria: “quien no se merecía haber recibido este trato, pues él es un hombre bueno, bondadoso y temeroso de Dios y de la ley.”
Aunque se intentó por todos los medios humanamente posibles de tratar de detener su deportación, los pastores y amigos de la Conferencia Distrital Menonita, les dieron todo el ánimo y apoyo posible, finalmente Max fue deportado ante los ojos de Gloria, nada se pudo realizar más que elevar una oración al cielo y pedirle sublimemente al Creador que una vez más mostrara su misericordia por ellos.
Dile a los niños que los amo y no olvides que a ti también
– ¡Gloria! – exclamó Max, antes de partir en el avión que lo llevaría de vuelta a Honduras su país de origen-; dile a los niños que los amo y no olvides que a ti también. Nos volveremos a ver dijo Max, creo en los milagros y tal vez pueda tramitar una visa humanitaria para podernos volver a reunirnos un día todos juntos acá en los Estados Unidos. Es cierto que así nuestras vidas tomen temporalmente caminos diferentes; mientras haya vida, existe todavía esperanza.
Ciertamente hay momentos y vicisitudes en la vida que no tienen explicación, pero aun así si se tiene el valor, la fuerza y la determinación para avanzar, al final del camino podremos observar qué lecciones hemos aprendido que forman en nosotros el carácter que Dios planeó desde un principio en nuestras vidas.
En la actualidad el pastor Max vive en México y pudo reencontrarse con su familia después de una larga ausencia, aun tiene la firme esperanza de que un día muy cercano, su caso sea aclarado y la verdad reine haciéndose justicia a su favor.