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El conflicto más visible se da entre dos personas, dos comunidades, dos naciones. Esta es la clase de conflicto que se informa, que atrae la atención del mundo. Jesús vino como nuestra paz, haciendo uno de dos. Este es el centro de uno de los pasajes seleccionados para la convención. (Efesios 2:14-22)
Pero qué del otro conflicto? El preámbulo … el conflicto que precede al que es visible? El que nos atormenta a todos y cada uno de nosotros y que sufrimos solos?
Mi trayectoria me ha llevado nuevamente a ver el conflicto que lucha en mi interior. La barrera que ha hecho casi imposible tener acceso a quien soy y conocer mi verdadero yo. Esta pared de hostilidad ha dividido no solamente a mi ser, sino que además es la fuente de mis divisiones con otros.
Como menonitas tal vez podemos recitar Efesios 2:14-22 acerca de como Dios reconcilia a dos personas. Pero cuántos de nosotros estamos familiarizados con lo que aparece al inicio del capítulo? Para poder empezar el trabajo de reconciliación, primero tiene que estar reconciliada nuestra vida interna. El Mensaje lo describe así: “Llenaste tus pulmones con incredulidad contaminada y después exhalaste desobediencia. Lo hicimos, todos nosotros haciendo lo que queremos hacer, cuando queremos, todos estamos en el mismo bote”.
La creencia de que no merezco recibir amor y que no merezco estar en una relación íntima, se queda en mi corazón y es destructiva para mis relaciones más importantes. He respirado esta falsedad y he exhalado lejanía, apatía, control y actitud protectora. Esto no solo ha lastimado a los más cercanos a mi, sino que también ha destruido como me percibo y mi relación con mi creador. La misma desconexión que los que me quieren pueden percibir es el tratamiento que me doy a misma. ¿Cómo puede el trabajo de paz entre hermanos y hermanas ser posible si al trabajo interior más arduo no se le da prioridad?
No existe una vía definida en la jornada interna. Todos podemos tomar un camino diferente. He encontrado por mí misma que la honestidad y la voluntad de entrar en una tensión incómoda, que produce miedo, ha sido el impulso necesario en el movimiento hacia la sanidad. Fueron necesarios momentos de liberación, ya sea a través del llanto o de estar consciente en sagrada soledad. He aceptado nunca más atemorizarme del proceso. No hay nada dentro de mi que me pueda separar de la Fuente del verdadero amor.
Amigos míos, esto comienza aquí y ahora. Inhale profundo y camine al valle de la oscuridad de la muerte … deje de correr y entre en sí mismo. Encuentre a nuestro Pastor esperando para guiarlo y posiblemente sostenerlo en el camino. No es tiempo de preguntar por qué, sino es tiempo tan solo de escuchar y aprender y ser amada. Yo estoy allí ahora. Paz.
—Janet Trevino-Elizarraraz de San Antonio, Texas es anabautista de corazón y mente; sin embargo, su camino la ha movido a buscar el Reino donde la iglesia está ausente. Ella camina este sendero de soledad con su esposo Roberto y sus cuatro hermosos niños, de edades 7 y menores. Como una de nuestras bloggers de la convención, Janet lo invita a abrir su corazón al Reino Mayor de Dios. Si desea responder a esta entrada de blog, sientáse en libertad de contactar a Janet en alpasofirme@gmail.com.
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Las opiniones de los bloggers son las suyas propias y no reflejan necesariamente los puntos de vista de la Iglesia Menonita de EE. UU. Los bloggers fueron seleccionados para representar la diversidad de nuestra iglesia y ofrecer reflexiones sobre la convención, basadas en sus propias experiencias y perspectivas.