por Javier Márquez
Luego de grabar un episodio nuevo de «Un Momento de Anabautismo», salgo de mi oficina y camino por el parque que queda en frente. Siempre he coincidido con que hace un buen cli
ma y puedo caminar entre las calles y bajo los árboles del parque; y no es que simplemente me guste caminar con frecuencia, sino que después de un episodio nuevo, me siento internamente movido a hacerlo.
Al iniciar el podcast les hago a cada uno de los invitados la misma pregunta «¿Qué debería tener esta charla para que usted lo considere un momento de anabautismo?», y aunque las respuestas siempre son diferentes y van desde el abordaje más técnico hasta las salidas más naturales, me parece que realmente es hasta el final del episodio cuando puedo ver sus rostros sonrientes y sus semblantes constreñidos, que efectivamente logramos entender la experiencia en toda su dimensión.
Por eso salgo a caminar. Porque después de un periodo de trabajo de una hora aproximadamente, es lo que tardan en ser grabados los podcasts (previamente hubo una preparación y después se viene un tiempo de edición y publicación del episodio), siento muy adentro como una sensación del espíritu, que algo se ha movido y está en una pequeña etapa de crecimiento. No es fácil explicarlo, porque incluso trasciende las colinas del alma, es más como la acción de algo muy interno que no de cualquier forma se altera y que cuando sucede uno tiene el presentimiento que dentro de uno crece algo, no hacia arriba ni hacia a un lado, sino que sencillamente crece y debe uno intentar asimilarlo, codificarlo, comprenderlo, averiguar en palabras entendibles de qué se trata; pero las respuestas no llegan tan fácil como un resultado de calculadora y por eso la mejor manera de procesarlo ha sido caminando.
Además, que cada podcast y las vidas que me han prestado un poquito de su atención y nos han abierto su corazón para hablarnos de ellas y sus historias, han servido de manera personal en momentos cuando requería escuchar alguna de esas palabras. Efectivamente me han inspirado de muchas y variadas formas, animándome y emocionándome por lo que en la vida puede pasar, reavivando mi curiosidad y reafirmando mi fe.
Un Momento de Anabautismo se ha convertido en un momento de iglesia en su más puro significado personal: un momento de encuentro. Y es maravilloso; con los años no deja de serlo, cuán increíble es descubrir a la vuelta de la esquina todo el poder, la magia y la belleza que tiene una historia y sobre todo cómo Dios se puede hallar tras cada una de las voces que citamos, vistiéndose de colores distintos y abordando alguna de sus muchas áreas que son tan variadas y amplias como todas las costas de este mundo.
Desde este lado de cada entrevista he aprendido a escuchar cada podcast con el mismo ánimo de los más avezados y aventajados de los cinéfilos: tratando de cazar el más mínimo de los detalles, de atrapar los más sutiles y apropiados giros de guión y disfrutando una buena actuación.
El Matiné es un término francés que cuando se escucha en nuestro contexto español hace referencia a ir a cine en una hora inapropiada y poco convencional, pero que resulta ser la mejor hora para apreciar una película justo porque suele coincidir uno con muy pocas personas en la sala y a una hora en la que debería uno estar haciendo otra cosa, pero en lugar de eso, se mete a una sala de cine para escapar del mundo.
Me he encontrado con estas historias como si viera cine en matiné. Se ha sentado conmigo desde la historia de un hombre que le hizo una promesa a una mujer de construirle una casa y tuvo que cumplirla a pesar de su muy corta edad, hasta una mujer que ha tenido el privilegio de nacer entre tres culturas y ahora vivir entre todas esas, aprendiendo y sirviéndole a Dios. He escuchado sobre la construcción de paz y la importancia de prepararnos para el diálogo hasta visiones de servicios decoloniales, además de aventuras en caminos extensos en Europa y otros, cruzando la frontera.
Cada historia nos ha llevado a creer un poco más en Dios y en nosotros, nos ha inspirado y recordado que en la vida hay segundas oportunidades y vueltas de página más soleadas y menos lluviosas.