Por Linda Espenshade
Los jóvenes nicaragüenses fortalecen sus negocios y sus conexiones con la comunidad mediante la formación empresarial y la participación en grupos de ahorro y préstamo comunitarios.
¿Qué es ese zumbido que se escucha en las laderas de Boaco, Nicaragua?
Son cien colmenas de abejas que ayudan a Marcelo Paz García, su padre y sus dos hermanos a obtener ingresos. Las ganancias de García le ayudan a comer más sano y a pagar las clases de la universidad.
Esos mieleros producen barriles de 66 galones del néctar dorado que se venden a USD 820 cada uno. En un año, García y su familia pueden vender 21 barriles, con lo que obtienen más de USD 17000. Después de pagar los gastos y construir más colmenas, les queda un modesto ingreso mensual, dice García.
Su negocio se ha duplicado con creces con respecto a las 40 colmenas que tenían en el 2019 cuando García hizo una capacitación en pequeños negocios y finanzas para jóvenes adultos de la Asociación Cristiana de Jóvenes de Nicaragua (ACJ-YMCA), una organización asociada del Comité Central Menonita (CCM).
Como parte de esa formación, pudo unirse a un grupo de ahorro y préstamo comunitario, donde pidió un préstamo a bajo interés. El dinero procede de personas de su comunidad, incluso García mismo, que han decidido ahorrar dinero durante un periodo de tiempo y luego prestárselo entre ellas.
Y ese no es el único beneficio.
La participación en los grupos de ahorro crea relaciones en toda la comunidad, dijo Derrick Charles, representante del CCM para Honduras y Nicaragua con su esposa, Rebekah Charles, de Lancaster, Pensilvania.
“Además de tener más opciones de estabilidad financiera”, dijo Charles, “otros ángulos que son realmente importantes para nosotros son la innovación y la creatividad en el trabajo, y la colaboración comunitaria”.
“Son nuevas formas de trabajar juntos en estas comunidades. Se reúnen periódicamente y definen sus propias reglas. Hablan de lo que están haciendo con sus negocios y se apoyan en sus iniciativas. La cantidad de personas que participan en estos grupos ha crecido considerablemente en estos últimos años”.
Los grupos también intentan aliviar las necesidades urgentes de sus miembros comunitarios. Cada uno de los grupos de ahorro y préstamo reserva una parte del dinero para ayudar en casos de crisis, como funerales, enfermedades o incluso pérdidas por huracanes.
Un objetivo primordial del trabajo de ACJ es capacitar a las jóvenes para que se conviertan en líderes de la comunidad y gestionen sus finanzas. Meylín Mayorga, de 32 años, se encuentra entre las más de mil participantes en 46 grupos de ahorro y préstamo que se desarrollaron desde que ACJ-YMCA iniciaron el programa en el 2018.
Mayorga se inspiró para añadir el cultivo de café a su actual negocio de hacer catering tras haber recibido la formación empresarial. Creo un plan de negocio, pidió un préstamo al grupo comunitario y cultivó un campo descuidado de 1.5 acres en su propiedad. Ahora puede utilizar los USD 1700 que gana cada año con la venta de granos de café para ayudar a pagar sus facturas.
“Lo que más me ayudó fue la parte en la que me capacitaron en inventarios, presupuestos y ganancias, porque todo tiene un proceso”, dice Mayorga. “Ahora anoto todo, desde el desyerbe hasta el corte de café y las ventas. Ahora sé lo que invierto y lo que gano. Hago lo mismo con la comida”.
Como líder del grupo de ahorro y préstamo, ha convencido a muchas personas para que se unan. “Me gusta la equidad”, dice. “Nos tratamos a todos por igual. Los intereses de los préstamo son manejables, y otra cosa que me gusta es que gracias a eso se me dan mejor los números”.
Su amiga, Dina Angulo, de 31 años, tenía un pequeño negocio de compra y venta de ropa, pero no era muy rentable. Gracias a la formación, aprendió a ahorrar cada mes en lugar de pedir préstamos con altos intereses cuando ella y su marido necesitaban dinero extra.
Después de contribuir al grupo de ahorro y préstamo durante un ciclo de ahorro de seis meses, Angulo utilizó sus ahorros y pidió un préstamo para comprar ropa al por mayor. De este modo, aumentaba su inventario a un precio más bajo.
“Mi negocio va mejorando poco a poco, y me ayuda mucho”, dice, y señala que las ganancias son de unos USD 90 al mes. Después de ahorrar algo de dinero, le queda suficiente para pagar la educación de su hijo y para contribuir al costo de la comida y otros suministros del hogar.
Hacer crecer su negocio habría sido mucho más difícil sin el estímulo de los formadores, dijo. “También estoy contenta porque, gracias a mi pequeño negocio, no tengo que estar pidiéndole dinero a mi marido”, explica Angulo.
Durante una reciente visita a un grupo de ahorro y préstamo en Boaco, un sonido distinto al de las abejas llamó la atención de Charles.
“Fue estupendo oírlos reír juntos. Hay una gran energía y un vínculo entre el grupo. Con la pandemia y muchas circunstancias difíciles por las que han pasado, fue realmente alentador”.
Zumbidos y risas. ¿No suenan a esperanza?
Comité Central Menonita: Ayuda, desarrollo y paz en el nombre de Cristo