Glen Guyton es el director ejecutivo de la Iglesia Menonita de Estados Unidos.
Lea la versión en inglés aquí.
El fallo que emitió la Corte Suprema de los Estados Unidos en el caso Dobbs vs. Jackson Women’s Health Organization anuló Roe v. Wade, un precedente de 49 años que protegía la libertad para abortar. ¿Cómo debemos responder nosotros, como Iglesia Menonita de EE. UU.?
Primero debo reconocer que, como hombre, no soy el más apropiado para abordar este tema de una manera que honre a las mujeres que tendrán que tomar decisiones de vida de acuerdo a este fallo. También reconozco que la Iglesia Menonita de EE. UU. (MC USA por sus siglas en inglés) es un cuerpo diverso de creyentes con puntos de vista diferentes y matizados sobre este tema. Si bien no puedo hablar de una manera que abarque todas estas diferentes perspectivas, hablaré de lo que creo que nuestra fe en Dios y los valores cristianos anabaptistas nos llaman a hacer.
Nuestra lealtad es a Dios, no a gobernantes.
Como anabaptistas, siempre hemos optado por una tercera alternativa. Miramos más allá de las formas naturales, buscando la guía de Dios. Las escrituras nos dicen que “nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernantes de estas tinieblas, contra espíritus de maldad en los lugares celestiales” (Efesios 6:12 RVA-2015). Si bien reconocemos y honramos el papel de nuestro gobierno federal, nunca debemos olvidar que “la iglesia es el cuerpo espiritual, social y político que sólo le confiesa lealtad a Dios” (Artículo 23, Confesión de fe en perspectiva menonita).
En lugar de simplemente celebrar o condenar las decisiones de nuestro gobierno, debemos preguntarnos cómo quiere Dios que respondamos.
Dios nos llama a ser la luz del mundo.
Como MC USA, debemos actuar de acuerdo a nuestros valores anabaptistas y nuestra visión. Nuestra declaración de visión dice: “Dios nos llama a ser seguidores de Jesucristo y, por el poder del Espíritu Santo, a crecer como comunidades de gracia, gozo y paz, para que la sanación y la esperanza de Dios fluyan a través de nosotros hacia el mundo”. Cualesquiera que sean nuestros puntos de vista individuales sobre el fallo, debemos posicionar a nuestras congregaciones como faros de luz y esperanza en medio de la oscuridad. “Testificamos a las naciones cuando constituimos esa «ciudad situada sobre un monte» que muestra el camino de Cristo” (Artículo 23, Confesión de fe en perspectiva menonita).
Pero hay momentos en que los valores profundamente arraigados entran en conflicto entre sí.
En 2003, los delegados de MC USA adoptaron la “Declaración sobre el aborto”, que enfatiza “la importancia del respeto por la vida del feto”, y a su vez permite el aborto “solo en circunstancias muy excepcionales”. Esa declaración también afirma, entre otras cosas, que “la vida humana es un don de Dios para ser valorado y protegido. Nos oponemos al aborto porque va en contra de los principios bíblicos”.
También reconoce que “hay momentos en que valores profundamente arraigados, como salvar la vida de la madre y salvar la vida del feto, entran en conflicto entre sí”.
El discernimiento en estas situaciones no es fácil. Los grupos cristianos debaten sobre cuándo inicia la vida, cuándo el feto obtiene el alma, cuándo el feto se convierte en persona y la moralidad del aborto. Incluso otras religiones principales del mundo discrepan ampliamente sobre estos asuntos. La iglesia católica romana sostiene que la vida comienza en el momento de la concepción. Entre los musulmanes, hay diferentes puntos de vista, pero la vida generalmente se define como el momento cuando el alma se adhiere al feto, que creen que ocurre entre 40 y 120 días después de la concepción. Los judíos creen que la vida comienza con el primer aliento del bebé.
Martin Shupack , pastor jubilado, abogado y defensor de políticas públicas, explora estas áreas ambiguas en su artículo reciente en Anabaptist World, “El aborto y la ley: más allá de las opiniones polarizadas”. Él reconoce que, “Todo el mundo reconoce que hay ámbitos de elección personal en los que el gobierno no debería entrometerse, donde lo que está bien o mal puede ser de gran importancia, pero al fin de cuentas es cuestión de una decisión personal”.
La declaración de MC USA de 2003 también habla en contra de la interferencia del gobierno, diciendo que “impone sanciones a aquellas mujeres que optan por el aborto, sin tener en cuenta a los padres involucrados… También afecta desproporcionadamente a los pobres…”
El patriarcado y la pobreza son solo dos injusticias sistémicas que contribuyen a los abortos. Otros factores incluyen la falta de vivienda; racismo; violencia doméstica y sexual; abuso infantil; y acceso desigual a la atención médica, el tratamiento de adicciones y los servicios de salud mental.
Hay una gran cantidad de artículos de noticias recientes que destacan la intersección del embarazo y estas injusticias, quizás ninguno tan doloroso como el de una víctima embarazada de violación de 10 años.
Una cosa que parece clara hasta ahora es que la erradicación del aborto no depende de una decisión del gobierno. Tampoco será posible hasta que abordemos las injusticias sistémicas que marginan y oprimen al pueblo de Dios.
Hagamos justicia, amemos la bondad y caminemos humildemente con nuestro Dios (Miqueas 6:8)
A medida que avanzamos, dediquémonos a los siguientes compromisos, para que podamos ser la luz que resplandece desde el monte para nuestras familias, nuestras congregaciones y nuestras comunidades.
- Como individuos, comprometamos nuestros corazones a la compasión y la comprensión, centrándonos en la oración reflexiva, el diálogo y el estudio. Reconozcamos y comprendamos los problemas complejos y las injusticias sociales que existen y que incluso pueden verse exacerbadas por los precedentes y la legislación cambiante. Busquemos a Dios en la palabra y en la oración, pidiéndole sabiduría, que es “pura; luego es pacífica, tolerante, complaciente, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial y no hipócrita” (Santiago 3:17 RVA-2015). Ofrezcamos el amor y la bondad de Dios a quienes nos rodean y necesitan apoyo: progenitores solteros, progenitores jóvenes, progenitores que luchan, víctimas de violencia doméstica y sexual, mujeres que han tenido abortos y padres e hijos en nuestro sistema de crianza temporal. La gracia de Dios es suficiente para todos.
- Como Cuerpo de Cristo, busquemos y sirvamos a Dios juntos, creando una cultura solidaria en nuestras conferencias y congregaciones. “Como cristianos anabaptistas, creemos que tomamos nuestras mejores decisiones cuando nos reunimos en el nombre de Jesús basándonos en la palabra de Dios, buscando en oración la dirección del Espíritu Santo para nuestra vida compartida en el mundo” (Pautas para el discernimiento bíblico/comunitario). Es importante que cultivemos una cultura de solidaridad y aceptación que permita el discernimiento comunitario. Centrémonos en las voces de las mujeres, quienes han sido y continúan siendo impactadas significativamente por estas decisiones. Abracemos con delicadeza a nuestras madres, hermanas, hijas, vecinas y amigas que han sufrido, a veces en silencio y solas, las dificultades del embarazo y hasta del aborto. Si bien el aborto es una decisión personal, no es necesario que sea privado. Necesitamos crear un clima de apertura y compasión en nuestras congregaciones, haciéndonos disponibles para el consejo y listos para compartir las cargas de los demás .
Comprometámonos también a enseñar, predicar y discutir la sexualidad saludable en un contexto cristiano para personas de todas las edades. Hagámoslo de una manera que celebre los dones del amor y la intimidad que Dios nos ha dado y honre la dignidad de todos.
- Como embajadores de Cristo, demostremos el amor de Dios en nuestras comunidades, difundiendo sanidad y esperanza de manera tangible. Identifiquemos dónde nuestras congregaciones pueden tener el mayor impacto y a dónde Dios nos llama a servir.
Tal vez su iglesia sea capaz, por sí sola o a través de asociaciones a:
- Proporcionar refugio o apoyo a las víctimas de abuso sexual.
- Facilitar el acceso a la atención médica para mujeres y niños necesitados.
- Alentar a padres y madres solteras, padres/madres nuevas, familias necesitadas y padres/madres adoptivas.
- Proporcionar alimento, donar ropa, cuidar niños o ayudar con las tareas del hogar.
- Servir como voluntario y dar recursos para los servicios locales de protección infantil.
- Brindar servicios de atención y asesoramiento para quienes luchan con problemas de la vida.
- Involucrar a sus representantes políticos, abogando por la equidad en la atención médica y la justicia económica.
- Compartir con otros líderes y congregaciones de MC USA sobre cómo está difundiendo la sanación y esperanza de manera tangible a los marginados de su comunidad.
Quedarse al margen ya no es una opción para la iglesia. Debemos poner nuestra fe en acción. Debemos involucrarnos ahora.
A medida que la Junta Ejecutiva y el personal de MC USA continúan sirviendo a nuestras conferencias y congregaciones, esté atento a más recursos relacionados a este tema.
Mientras tanto, ofrezco esta oración en nombre de todos nosotros:
Querido Dios,
Nos centramos en ti. Ayúdanos, como embajadores de Cristo, a responder con amor y compasión, con sabiduría y gracia, cuando nos encontremos con los más afectados por esta decisión. Oramos por la sanidad de nuestra nación y que sea reconciliada por la sangre de nuestro salvador Jesucristo. Ponemos nuestra confianza en Jesús, nuestra roca y nuestro refugio.