por Adriana Celis
El ministerio bivocacional es trabajo amado por muchos y odiado por otros; y, por ende, es una realidad que es necesaria abordar, en especial porque los pastores latinoamericanos, o de origen latino que viven en los Estados Unidos, se encuentran en estos “dos mundos”: entre la vocación o servicio hacia la iglesia y sus negocios o trabajos seculares. A todo esto, sabe usted apreciado lector, ¿qué significa ser un pastor bivocacional?, ¿por qué algunos sectores no lo ven con buenos ojos?, ¿por qué en pleno siglo XXI todavía el servicio bivocacional genera controversias, en especial en los sectores más conservadores? Aquí te contaremos un poco sobre esto.
Un llamado bivocacional
Pues bien, desde MenoTicias decidimos ahondar en el tema, razón por la cual hablamos con David Maldonado, un hombre que se ha dedicado por más de 30 años a ser pastor bivocacional. David nació en la icónica y cosmopolita ciudad que nunca duerme, Nueva York. Sus padres eran boricuas que emigraron desde Puerto Rico hacia Estados Unidos, con el propósito de forjarse un mejor porvenir para ellos y sus futuras generaciones. Como resultado de ello, nació David Maldonado, un hombre de aspecto serio, ojos y cabello negro y tez blanca. Él se describe así mismo como un hombre emprendedor, visionario, alegre, extrovertido, fácil de llevar y de acercar; de firmes convicciones acerca de su fe en Jesucristo. En la actualidad está casado con Madeline Maldonado, es padre de 5 hijos y abuelo de 15 nietos. Ha ejercido el pastorado bivocacional por más de 30 años. Fue pastor principal de la iglesia Menonita Arca de Salvación por 27 años en Fort Myers Florida y, en la actualidad, forma parte del equipo pastoral de la iglesia College Mennonite Church en Goshen Indiana, como pastor de alcance a la comunidad, en donde ha servido alrededor de 5 años.
Sus amigos más cercanos, como es el caso de Cristian Alemán, quien es el Coordinador de alcance y director de música y alabanza bilingüe de College Mennonite Church, lo definen como «un hombre leal, buen amigo y sabio que se muestra tal cuál y cómo es, tanto en el pulpito como en su vida privada. David es un hombre que vive lo que predica y que tiene un corazón grande, movido a misericordia».
Su hija, Alicia Maldonado-Zahra, con quien tuvimos la oportunidad de conversar, lo describe de la siguiente manera: «Proverbios 17:22 afirma “que un corazón alegre es buena medicina”, esto me recuerda a mi papá. Él nos ha enseñado a mis hermanos, primos y a mí a llevar la vida con alegría, aun en medio de los momentos maravillosos y de los difíciles; mientras navegamos la vida con propósito y firmeza. Para mí no hay nadie como él; tierno y fuerte. Un hombre de fe. Estoy orgullosa de ser su hija y de las enseñanzas que él nos ha transmitido».
Dos culturas unidas por un hilo invisible
David creció en medio de dos culturas: por un lado, tiene la herencia étnica de sus padres latinoamericanos; y, por la otra, creció con una rica influencia anglosajona. Desde la corta edad de 12 años empezó a trabajar en la industria de la construcción. Su padre, un hombre de tez morena, de mirada aguda y de un buen sentido del humor, le trasmitió a David los conocimientos para que él desempeñara este oficio. Oficio en el cual trabajan a diario miles de hombres y mujeres, en especial latinoamericanos, para brindar sustento económico a sus familias. En el caso del pastor David, en el tiempo que ha estado trabajando, se ha dedicado a levantar y construir edificios nuevos, además de reparar y reconstruir casas o edificios que habían sido desechados. Por otro lado, en su vocación pastoral, él también tiene la profunda convicción de ser un instrumento que ha ayudado a reparar, más allá de obras materiales, obras inmateriales o intangibles como cuando presenta y lleva consigo el mensaje trasformador de Jesucristo, que una noche susurro a su oído: «David, mío eres y me servirás».
David describe que, de esta experiencia, a la edad de 21 años, rindió su ser a Jesucristo y decidió servirle con todo su ser. Como relata la obra musical de Camino de Vida, Redimido soy, «Hoy me encuentro frente a ti rendido, sin temor me acerco a ti, todo lo que soy te doy, en tus manos me siento seguro. Yo confió que tú amor por siempre me sostendrá».
El amor de Dios en la vida de David ha sido su sustento diario en su caminar. De esa experiencia en donde Dios hace todas las cosas nuevas, él decidió seguir el llamado y ser pastor. Su historia ha tenido toda una gama de colores, desde tonalidades suaves hasta fuertes. La vida en el pastorado no es fácil y más cuando existen tantos retos en el camino. En el caso de él, decidió tener otro trabajo aparte de su ministerio.
Balance en el ministerio
Encontrar el balance adecuado en el ejercicio del pastorado, no es para nada una tarea fácil. Más aun cuando hay responsabilidades y compromisos que no dan espera, como son el pago de las facturas, el sostenimiento de la familia y otros muchos más compromisos que llegan a la puerta cada mes. Es verdad que Dios provee para la manutención del pastor, aún más allá de lo esperado; sin embrago, hoy por hoy, existen ministros que han decidido no depender completamente de la remuneración salarial que las iglesias les pagan cada mes. La razones son múltiples, muchas iglesias no tienen la capacidad económica para proporcionar al siervo de Dios un justa remuneración, otras razones son debido a que existen diferencias raciales que no permiten que existan un justa y equitativa igualdad salarial. Sí, apreciado lector, en pleno siglo XXI y una con una declaración de derechos humanos vigente y ejecutable, todavía existen abusos salariales en algunas comunidades de fe.
En consecuencia, muchos pastores se ven en la necesidad de tomar la decisión de ejercer el servicio bivocacional, el cual consiste en tener otro trabajo o negocio propio, para ser financieramente libre y vivir una vida plena y libre de la esclavitud moderna —las deudas financieras—.
Al tener la oportunidad de charlar con el pastor David, nos encontramos con un hombre amable, compasivo; pero al mismo tiempo, una persona inteligente que ha buscado tener un balance tanto en su vida ministerial como personal. En ese espacio, tuvimos la oportunidad de escuchar de sí mismo su experiencia y conocer más sobre esto:
“Por más de 30 años me he dedicado al pastorado, a ser un instrumento en las manos de Dios, para que muchos se encuentren con el Dios redentor, con el padre misericordioso que abre sus brazos y nos redime a pesar de nuestras fallas y trasgresiones hacia él. Pero en mi caminar, he entendido que la vida require esfuerzo y, muchas veces, sacrificio para alcanzar un equilibrio. Yo fui llamado a servirle a Dios no solo siendo pastor, sino padre de familia y como el hombre que maneja sus propios negocios en el arte de la construcción. Me parece triste que existan comunidades de fe que ahogan a sus pastores y no les permiten ejercer otro trabajo, que no se den cuenta que ellos también tienen necesidades y que no puedan comprender que pueden ser usados por Dios en el ámbito secular, donde literalmente las almas claman por la redención del Salvador Jesucristo. En mi caso, yo aprendí a balancear mi vida en la dirección correcta, a no poner tanto cuidado a las críticas, pues ellas siempre harán parte del camino. Soy pastor y cuido de mis ovejas, pero también soy hombre de negocios y cuido del bienestar del primer ministerio que me fue encomendado, mi familia.”
Transformando las vidas, más allá de cuatro paredes
El pastor David anima a los siervos de Dios a no romantizar el pastorado, ya que este llamado siempre tendrá desafíos tanto para quien es pastor a tiempo completo y para quien es pastor y trabaja medio tiempo en otro lugar. Dejar de romantizar el pastorado permite reconocer que quienes son pastores llevan, no solo la gran responsabilidad que conlleva su labor, sino también la de aprender a cómo llevar o sortear las críticas que aparecen en el camino, en especial cuando se tiene otro empleo. Aun en pleno año 2023 algunas personas deben entender que tener otro empleo no es un acto de rebeldía hacia a Dios, ya que ser pastor no solo se realiza en la iglesia, también se realiza en el diario vivir: fuera de las cuatro paredes de la iglesia. El ministerio y servicio a Dios se manifiesta a través de la forma en cómo tratamos a las demás personas, en cómo les compartimos del amor transformador de un Dios que sabe nuestra condición de humanidad… que somos polvo y al polvo volveremos; y, sin embargo, nos ha amado con amor eterno. Ser hijos de Dios también se muestra a través de nuestro testimonio cada día. Eso es lo que vale.