Por Javier Márquez
Les invito a leer y disfrutar la tercera y última parte de la serie de entrevistas a Carlos Romero, estoy seguro que les encantará. Carlos fue el Director Ejecutivo de la Agencia Menonita de Educación (MEA). -Marco Güete
Carlos Romero de Santa Claus en Burgos
La ciudad de Burgos, España, reposada en la misma colina donde en tiempos pasados convivieron tanto cristianos, judíos y musulmanes, aguarda porque pase este largo invierno. Es 1990. Sin el verdor, de todos modos Burgos es una ciudad fantástica. Carlos y su familia se han tomado un año sabático y han ido a convivir junto a la Iglesia Menonita de Burgos. Son los primeros años de lucha contra el SIDA, esa enfermedad enviada directamente del infierno, puesta a circular en este mundo al parecer a través de los cuerpos salvajes de los monos y que ahora llega al mundo como la peor amenaza. Su familia piensa que Carlos está loco, ¿Cómo puede ir a servir a un centro de cuidado de personas con SIDA? Y mucho peor, ¿Cómo van a pasar la navidad en esas circunstancias? En esos días se creía que el SIDA se contagiaba con el aliento.
No había mucho dinero así que nadie esperaba ningún regalo. Se fueron hacia un pueblo a vivir la noche, entonces Carlos tuvo la idea ¡Me disfrazaré de Santa Claus!
Fue la velada más hermosa, no se destaparon regalos, pero sí se dieron abrazos, comieron poco, pero comieron todos, conversaron y rieron. Santa Claus río, soñaron y vieron juntos pasar la estrella de Belén, hasta que llegó la mañana.
Necesitamos una junta llena de más colores
¿Ese tipo de personas? ¡Mírame…! Carlos, ya era el Director Ejecutivo de la Agencia Menonita de Educación (MEA). Empezaba su labor de rector de las instituciones educativas menonitas, su liderazgo y su proyecto ¿En qué consistía este proyecto? Pues no era un proyecto político de posicionamiento, era un proyecto de cambio. Desde arriba hacia abajo y desde abajo hacia arriba. La mesa directiva se reunía con frecuencia. En aquella mañana habían acordado una reunión y los miembros llegaban temprano, tomaban su taza y la llenaban de agua caliente con crema de café descafeinado y deslactosada. Todos estaban sentados en su silla y Carlos predicó su visión: Necesitamos una junta más inclusiva, más diversa, llena de más colores.
Una persona en la mesa vaciló, tomó el bolígrafo y lo llevó como sombra de su dedo índice hasta tocarse los labios, el tono de su piel pasó de inmediato del rosado de sus mejillas al morado en el contorno de sus ojos que revelaban la angustia de estar escuchando lo que escuchaba y de inmediato al tono más rojizo en su piel que era la determinación ya no vacilante de decir algo importante. Alzó la mano, se recostó en la mesa y se hincó para impulsar la idea, mientras en las primeras palabras observaba a todos los presentes con ánimo de ganar adeptos – Pero Carlos, tú no sabes porque estás nuevo acá, pero en el pasado nos ha gustado tener más de ese tipo de personas en la junta, pero a ese tipo de personas no les interesa… -.
Este puertorriqueño no luce como presidenciable
Este verano los diseñadores de New York han tomado la delantera a los de Milán. Todo pinta por buen camino, ya se ha anunciado: este verano New York vestirá el mundo. Ha lanzado su línea de modas en las pasarelas: vestidos para dama y caballero, para niños, para ancianos, ¿Cómo se debe ver una persona en la playa? Miren a New York ¿Cómo se debe mirar un ejecutivo? Pregunten a sus diseñadores ¿Cómo se visten las mujeres para fiestas de noche? Párate cinco minutos en una esquina de Broadway.
Han desentrañado la esencia de cada carácter y la han plasmado en las telas de sus ropas. Ahora mandan hasta en los quehaceres de la vida, ellos dicen cómo debe lucir un albañil, cómo debe verse un banquero, una profesora, una enfermera, un mesero, un taxista.
Carlos Romero no lo sabe, pero muchos de sus compañeros de trabajo sí, son más tradicionales, vanguardistas de la moda, están pendiente, leen los periódicos, por eso lo quieren sacar, este puertorriqueño no luce como presidenciable.
En la mesa de Carlos Romero
Su familia y él están comiendo, conversan, Cristian dice un chiste, Elise dice que no es gracioso pero de todos modos ríen todos. Rápidamente se acaba el puré, pero en la cocina queda otro poco guardado. Elise va por él. Entonces suena la puerta, Carlos está feliz, va y la abre, recibe al invitado, lo sienta en una silla y le pasa un plato lleno de deliciosa comida puertorriqueña. Carlos comenta: En el trabajo muchas personas intentaron dañarme, ¿y sabes qué he hecho? ¡Los he invitado a comer! Yo no soy fiscal ni juez de nadie, trato de ver a todos como Dios nos ve.
Carlos Romero continuaba su mensaje: Necesitamos Juntas más Diversas.
Un día el miembro de una junta de universidades menonitas respondió: “Aquí donde trabajo oramos y Dios envió una negra discapacitada, así llenamos la diversidad.”
Carlos cuenta: “Stanly W. Green, quien es de Sur África y yo tenemos el rol de recoger fondos, eso hacía parte de mis responsabilidades como director ejecutivo. Pero un día conversábamos que nos sorprendía que a las otras personas, blancas, cuando se reunían para recoger fondos, siempre los invitaban a cenar en sus casas, mientras que a él y a mí no, nunca…”
La llamada no era anónima:
Oye, ¿Cuándo vas a volver a tu país?
Carlos contesta el teléfono en su oficina ejecutiva y escucha sin tregua (en inglés): –Oye, ¿Cuándo vas a volver a tu país? – Carlos no entendía… pero yo estoy en mi país, contestó – no, no, no, no, ¿Cuándo te vas para México? Porque todos ustedes son criminales, violadores, han traído la maldición a nuestra nación y han dañado la Iglesia Menonita, ustedes son un error.
Toma mi mano
El 16 de marzo del 2020 Carlos hace público un mensaje en Facebook: “Hemos estado con mi papá durante su viaje con la enfermedad de Alzheimer. Durante los últimos días hemos estado al lado de la cama de mi papá, cuando su vida en esta tierra estaba llegando a su fin. Mi papá ya falleció. Estamos agradecidos por su vida, su amor y cuidado por todos nosotros. Lo extrañaremos mucho, pero sabemos que ahora está en un lugar mejor. Dios lo ha llamado a casa.”
En los últimos años de su padre el Alzheimer le borró todo recuerdo, lo convirtió en una página en blanco, desdibujó los rostros en su memoria y desmaterializó las palabras dichas para amar y recibidas por amor. Carlos estuvo con su padre hasta el último instante, sostuvo su mano hasta su último respiro. “Adiós papá…”
Palabras de Carlos:
“Esa ha sido mi experiencia, te parte el corazón en dos el silencio de quienes hablando de justicia se quedan callados cuando pasan estas cosas en la iglesia. Cuando me sucedió esa llamada de quién me pedía que me fuera a mí país, escribí para la pubicación: The Mennonite, eso fue apenas hace tres años, y recibí muchas llamadas y notas de personas de las iglesias menonitas que estaban indignadas, personas de todos los colores, y eso fue como un abrazo para mí ¡Estaban indignadas! Pero también sorprende quienes en momentos determinantes guardan silencio. ¡Tengo que decir que amo la iglesia y estoy comprometido de vida con ella!
Con los años he desarrollado muchas amistades blancas que me han ayudado, han llorado conmigo, me han dado su hombro y su amor, cuando perdía mis fuerzas ellos me ayudaron, y soy testigo que la iglesia ha avanzado en contra del racismo. Por ejemplo, el Director de la Iglesia Menonita de E.U. es una persona afroamericana. Pero es obvio que los sistemas pongan resistencia al cambio. El camino siempre es lento, es que se siente que se dan tres pasos hacia adelante y dos hacia atrás, pero ¿Qué pasa? Al final del día, dando tres pasos adelante y dos atrás, una y otra vez, te das cuenta que sí, poco o mucho, vamos avanzando.
Yo digo: “No nos sintamos satisfechos con la utopía, si miramos a los ojos de las personas y no por su color de piel, veremos los ojos de Jesús en cada quien?”