Esta publicación es parte de la serie MenoTicias: Resilientes e Intrépidas.
Publicado por Ministerios Hispanos, en colaboración con la Iglesia Menonita Hispana E.U.
Esta historia de vida es parte de la serie mensual de crónicas: “Resilientes e Intrépidas.” Estamos seguros qué les va a encantar su lectura, le invitamos a comentarla y compartirla. -Marco Güete
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Por Adriana Celis y Javier Márquez
Llena de anécdotas por contar, de calidez estupenda por compartir, de persistente valentía que ilumina cualquier lugar al que llega. Desde su vida en Canadá, hasta los rincones más entrañables que ha recorrido en toda Colombia y América Latina, Bonnie Klassen ha pasado gran parte de su vida en diferentes misiones y escenarios que valen la pena destacar, así, salió primero de su país a desempeñar un puesto como voluntaria del Comité Central Menonita (MCC), luego trabajaría siendo parte del equipo de Justapaz en los años cuando la cabeza de esta organización era Ricardo Esquivia y más tarde desempeñaría la coordinación de muchos proyectos en América Latina.
Ella, derrochadora admirable de calidez humana, prefiere la sencillez de los actos para construir caminos, a la sofisticación de aquellos muros que dividen y destruyen vidas. Por su trayectoria, es una persona con experiencias y reflexiones sobre la igualdad de la mujer en los espacios de la iglesia, algunas de sus conclusiones son que este es tema donde las iglesias hispanas aún tenemos mucho por aprender, pero a la vez hemos logrado avances que deben continuar replicándose.
Como se imaginarán, las características de su trabajo hacen que deba estar en constantes viajes por América Latina y conoce bastante bien las iglesias menonitas, además de tener contacto con hermanos y hermanas de las iglesias hispanas en los Estados Unidos, como por ejemplo la bella relación que sostiene con el Seminario Bíblico Anabautista Hispano (SeBAH).
La pasión por la enseñanza
La persistencia y el coraje son los fundamentos en la vida de Bonnie Klassen. Nació y creció en Ontario Canadá, destacada alumna y ferviente servidora de la Iglesia Menonita del sur de Ontario. Desde muy joven tuvo una profunda curiosidad por el servicio cristiano a través de las misiones, es por ello por lo que se vinculó fervientemente en el trabajo comunitario siendo facilitadora en las diferentes actividades que se realizaban en la iglesia todos los fines de semana, todo tipo de quehaceres, desde brindar comida a los más necesitados hasta la enseñanza bíblica; la enseñanza de la palabra es un don natural que brota por sus venas.
Don que la impulsó a presentarse en un proceso de selección para ser pastora de jóvenes en su iglesia local en Canadá, poco después de un primer y corto periodo en Colombia, pero con el infortunio de no ser aceptada, porque para la época – no se imaginaban una pastora mujer- explica Bonnie Klassen. Esto la motivaría a regresar nuevamente a Colombia, motivada de cierta manera por la misma inspiración de encontrar un lugar de servicio y crecimiento que años antes la habían llevado por primera vez.
Su primer año en Colombia
De repente, un día Bonnie decide que quiere hacer más de lo que venía haciendo y elige ir a Colombia para trabajar con MCC en Bogotá, Colombia. Primero, en 1997 llega a Bogotá y desde ahí empieza a trabajar como voluntaria en diferentes regiones de la capital colombiana; uno de estos sitios fue Cazucá, barrio del municipio de Soacha, Bonnie describe a Cazucá como una región linda, de personas cálidas, allí trabajaría con la niñez y la juventud.
Tiempo después, luego de ir a Canadá y devolverse, deja de ser voluntaria para trabajar a tiempo completo en diferentes proyectos de regiones de difícil acceso en Colombia y también donde ha existido la presencia de grupos armados al margen de la Ley. Caso de la región del Chocó en el pacifico colombiano, un lugar maravilloso, costero y con la vigilancia azul del mar pero que se ha teñido sin número de veces del rojo de la sangre derramada.
Allí, en estas comunidades agrícolas, igualmente que en las iglesias de la ciudad donde ha trabajado, Bonnie tuvo el detalle de observar que las mujeres en realidad suelen ser las líderes del trabajo, –donde tú veas están las mujeres trabajando por las comunidades y sirviendo con liderazgo, pero en las mesas de decisión y de autoridad se les ve muy poco– comenta Bonnie al preguntarle sobre la mujer y su rol de liderazgo en las iglesias.
Sembrando paz
La trayectoria de Bonnie es amplia, aquella que empezó en sus años de juventud y que cada día crece más por la rica y sólida experiencia que ha ganado en tantas comunidades donde ha podido estar.
Otro de los sitios donde se ha desempeñado ha sido los Montes de María, el cual se encuentra entre los departamentos de Bolívar y Sucre en el Caribe colombiano, este territorio es amplio y lleno de riqueza cultural. Al mismo tiempo es conocido por los terribles actos de violencia debido al conflicto interno. En estos lugares Bonnie trabajó como facilitadora trayendo semillas de esperanza en medio de la profunda desesperanza que dejan los rostros de la guerra.
Sembrando paz en el trauma del desplazamiento.
Así ha sido hasta los días de hoy, con un pie en la dirección de área de CCM en Sudamérica y México y otro pie en las comunidades más vulnerables de Colombia. Bonnie siempre ha procurado ser un puente para crear conexiones a jóvenes, personas mayores, y mujeres que quieran encontrar su vocación a través del servicio.
Se han olvidado de que estoy aquí
-He pasado mucho tiempo en mi vida siendo la única mujer- Bonnie Klassen
Durante sus 23 años de trabajo en América Latina, Bonnie ha podido observar ese viaje por lo general lento de las iglesias en cuanto a la aceptación y el desarrollo del liderazgo de las mujeres. Explica que en algunos países de la región es un asunto que está más avanzado que en otros. Su propia experiencia es un ejemplo idóneo, pues ella hasta hace no muchos años solía ser la única mujer en los círculos donde se desempeñaba.
-Me pasaba mucho que en las reuniones que tengo en América Latina, con los líderes, que suelen ser todos hombres, de un momento a otro se olvidaban que yo estaba con ellos en la mesa y se ponían a conversar cosas que solo los hombres hablan cuando no hay mujeres, al escucharlos pensaba “esas conversaciones solo se dan entre hombres. ¡Se han olvidado que estoy aquí! – Bonnie Klassen.
Suceden muchas cosas semejantes a la siguiente, que, por ejemplo, en otro país de América Latina, el presidente de las iglesias menonitas de allí, con quien Bonnie además sostiene una excelente relación, siempre al llamarla le dice de la misma forma: varona de Dios. -Es como decirme que soy la versión femenina de un hombre para ocupar mi cargo– así lo explica Bonnie. Esto daría a entender que no se comprende que un puesto de liderazgo también puede ser ocupado por una mujer, que el liderazgo no es un puesto diseñado únicamente para hombres, y que una mujer puede trabajar desde allí.
“Aún no han cambiado el chip” Bonnie Klassen.
“Otro pastor siempre al llamarme, dice: “¿Cómo está hombre?”. Pero sucede que yo en serio, de verdad, no soy hombre- Bonnie Klassen.
Joven, soltera y sin poder
Muchas veces cuando lideran, las mujeres deben ponerse un caparazón duro, porque es difícil que sean aceptadas como lideresas en un mundo de hombres; es difícil que sean escuchadas, y por ese motivo asumen posturas de ese tipo, para que, como explica Bonnie, no duelan los pequeños comentarios, los chistes incómodos, que suceden más que nada cuando los hombres son la mayoría.
También tienen que lidiar con el acoso y la violencia sexual en la iglesia, -eso es algo que a mí me sucedió hace muchos años, cuando no hubo quien me defendiera. Es muy lamentable, cuando uno habla con las mujeres, algunas se han resignado, dicen que “eso es normal”. Es un tema que todavía pasa en la iglesia, todavía se trata sin entender la gravedad del acoso, todavía se trata con chiste, todavía uno corre el riesgo de ser culpada- Bonnie Klassen.
Pero también fue interesante el momento en el que dejó de vivir experiencias de acoso, como cuenta ella, que fue al casarse, y además porque se había casado con una persona cuyo rol era importante y gozaba de reconocimiento, añadiendo su cada vez mayor rol propio de influencia gracias al trabajo que Bonnie desempeñaba en MCC, –Entonces al ser joven, soltera y sin poder, sí me pasaba-.
Vamos juntos
Somos el tipo de personas que habitamos esta parte del continente, un grupo inmenso de seres que hemos nacido, en nuestra mayoría, con una crayola pegada al cuerpo y un reloj de marcha extraña en la muñeca. La crayola, ese aparato en un estado inmaterial, es la que usamos siempre que necesitamos inventar sobre la marcha, dibujar en las sendas, trazar soluciones; mientras que el reloj, está para explicarle al resto del mundo que nuestra manera de entender el tiempo destaca más que nada el instante mínimo en el que el segundero está a pleno desplazamiento, en marcha, y no tanto cuando se detiene y es justo cuando solemos marcar el tiempo -a expensas de que nunca hay tiempo para marcar el tiempo-, y realiza ese sonido característico de los relojes. Lo que quiere decir que siempre podemos estar tan cerca del antes como del después, y que explica perfectamente aquella encrucijada de la palabra AHORA, que significa tanto justo ahora como ahora lo alcanzo.
Estos son el tipo de cosas con las que una persona extranjera suele lidiar en tierras latinas, las complicaciones semiológicas (signos, códigos, señales), que vienen adheridas a las expresiones, la necesidad de saber si en verdad alguien llega en 5 minutos o si no llega ni en 50 minutos; el detenerse siempre a medio día, cuando todo marcha a mitad de viaje, el trabajo es más intenso, y se corre el riesgo de perder la luz, pero de todos modos tener que ver que el mundo entero deja a un lado todas sus tareas, así sea obrero de construcción, profesora de primaria, o ministra de defensa, y saca un buen tiempo de recreo para comer algo grande y charlar, incluso dormir, y solo luego de llenar el estómago volver a lo suyo.
Bonnie Klassen tuvo que lidiar con todo esto. Ella reconoce que al comienzo las personas pudieron sentir frustración con ella, y se refiere, a la noción que ella llevaba a sus espaldas de autosuficiencia, de individualismo, de productividad. Tuvo que aprender a ser flexible, y no confundir esto con la palabra que en ocasiones usan para reemplazar erróneamente ésta, que es la palabra mediocridad.
-Aprendí que ser flexible no implica no hacer planes ni tener ideas, más bien significa salir de esa ilusión de que lo tenemos todo controlado. Cuando estoy en Cuba, las mujeres suelen decir “voy a ir a inventar el almuerzo”, y se refieren que no necesariamente saben qué tienen para cocinar y qué van a hacer con eso, pero de todos modos siempre van a cocinar algo nuevo, creativo, van a usar lo que tengan en ese momento en sus manos de forma muy creativa- Bonnie Klassen.
–La respuesta es VAMOS – explica Bonnie-. Aquí hay un valor diferente al de la independencia, ese es el valor del VAMOS JUNTOS-.
Obviedades
¿Qué pasos se necesitan para cambiar?
Charlando con Bonnie sobre el papel de las mujeres en nuestro mundo entendemos que poco a poco ha cambiado en América Latina el rol de la mujer analizándolo desde el lente sociocultural, y eso ha sucedido porque cada vez se ven más mujeres liderando, a cargo de compañías o en la política; ahora que las mujeres realizan más trabajos pagos, por ejemplo, cambia todo, cambia la relación de cómo se toman las decisiones., de cómo interviene la mujer en la dirección de las cosas, cómo ellas se sientan con más propiedad en las juntas. Pero sigue siendo un cambio lento.
Para cambiar es necesario entender que las mujeres son tan capaces como los hombres, tan dignas, y que su trabajo merece y requiere el mismo reconocimiento.
También es importante revisar el rol del hombre en la sociedad, no solo como un sujeto que trabaja y provee dinero, también como una persona, poniendo por caso la familia, en quien descansa prácticamente las mismas responsabilidades del cuidado y la educación de los hijos.
Cuando Bonnie viaja a países de América Latina, la escena suele repetirse, alguna persona dudosa se le acerca y le pregunta, ¿Pero quién cuida a tu hijo? Esto para ella es una pregunta muy obvia, ¿Quién los cuida? Pues su padre.
Estas palabras nos la regalan Bonnie en la charla que tuvimos hace poco:
-Yo sueño con el día que cuando viajen los hombres, también a ellos le pregunten lo mismo. Tanto el rol de la mujer como el rol del hombre deben cambiar– Bonnie Klassen.