[English]
Mientras escribo, la temporada de Adviento ha comenzado y en mis pensamientos hace eco Isaías 40: “Preparen en el desierto un camino para el Señor; enderecen en la estepa un sendero para nuestro Dios”.
Estas emotivas palabras nos hablan como individuos y como miembros de familias, congregaciones y comunidades. ¿Nos hablan también como denominación? ¿Está la iglesia Menonita de EE. UU. para “preparar el camino” para un testimonio poderoso de Jesús, el Mesías? ¿Tal vez en Phoenix?
Sin duda, la historia de la iglesia está salpicada de reuniones cuyos testimonios resuenan a través de los siglos. El credo principal de la iglesia emergió de un reunión en Nicea, Turquía, en el 325. Nuestras declaraciones de fe más duraderas, tales como las confesiones de Schleitheim y Dordrecht, provinieron de reuniones nacionales. En el pasado más reciente, los menonitas hicieron compromisos históricos en las convenciones de Belén, Purdue y Nashville.
¿En cuál palabra de testimonio está el Espíritu de Dios llamándonos a hablar en Phoenix?
Basándome en lo que he leído de la planeación de la convención, el testimonio estará al frente y centro en Phoenix. Un aspecto del testimonio se enfocará en un camino justo para nuestros hermanos y hermanas indocumentados para que ajusten su estatus legal en los Estados Unidos. También pueden surgir otros testimonios. Nosotros, quienes proclamamos a Jesús como el camino, la verdad y la vida, no podemos dejar de hablar de asuntos que pesan mucho en las generaciones venideras.
Como lo veo, el cambio climático es la amenaza más grande que se alza en los próximos 50 años. Debido a las crecientes temperaturas y al crecimiento de los mares, se desplazarán muchos millones de personas, separándolos de su subsistencia y apoyo social. Aunque rara vez se reconoce, los poderosos ya están tomando posiciones para escapar de la ira que estos cambios desatarán. Vemos esto en el retiro de los ricos de sus responsabilidades como ciudadanos, la expansión de la vigilancia del gobierno y el poder de la policía, la red de bases militares que los gobiernos de occidente han creado alrededor del mundo y la proliferación de nuevas formas de violencia, tales como los drones y los ciber-ataques para controlar la gente y los eventos.
El surafricano Peter Storey, pastor y obispo metodista durante la lucha por liberar su país de la injusticia del apartheid, ofreció este comentario revelador sobre nuestro reto como cristianos de Estados Unidos.
“Los cristianos estadounidenses tienen tal vez tareas más difíciles que aquellas enfrentadas por nosotros bajo el apartheid de Sudáfrica, o los cristianos bajo el comunismo. Teníamos males obvios que enfrentar; ustedes tienen que desenvolver años de cultura del mito rojo, azul y blanco. Tienen que divulgar y confrontar las grandes desconexiones entre la bondad, la compasión y el cuidado de la mayoría del pueblo estadounidense y la forma despiadada en que el poder de Estados Unidos es experimentado directa e indirectamente por los pobres de la tierra. Tienen que ayudar a esta gente buena a ver como ellos han dejado que sus instituciones cometan el pecado por ellos. No es fácil para la gente que realmente cree que su país hace solamente lo bueno, pero es necesario no solo por su futuro y por el de todos nosotros”.
¿Dejar que nuestras instituciones pequen en nuestro lugar? ¡Ay! Retrocedemos ante tal pensamiento.
O tal vez nuestra falta de tranquilidad es la preparación que necesitamos para nuestra tarea. Los poderes están contando con nosotros para que coloquemos nuestra propia comodidad por encima de la supervivencia de hermanos y hermanas en lugares lejanos. Ellos están contando con que nosotros permanezcamos en silencio acerca de los drones, el gasto militar y los planes de explotar cada campo de petróleo y gas que encontramos. Ahí, cuando sentimos la punzada de las palabras del obispo Storey, es cuando surge la posibilidad del testimonio.
Si, puede ser ostentoso sugerir a la reunión de Phoenix que arremeta asuntos tan enormes. Como individuos no estamos a la altura del reto,¿puede un grupo diverso hacerlo mejor? Sin embargo, las palabras de Isaías permanecen: “Preparen en el desierto un camino para el Señor; enderecen en la estepa un sendero para nuestro Dios”. A medida que avanzamos en fe, el Espíritu de Dios nos encuentra en nuestra debilidad y la convierte en algo fuerte y bueno. ¡Que Dios así lo haga!
—Berry Friesen es originario de Minnesota, transplantado a la parte oriental de Pensilvania, padre de dos niñas y abuelo de dos más. El asistió a convenciones anteriores en Filadelfia, Wichita y Pittsburg y es el autor de Agua para otro Tiempo: Las preguntas de hoy, Sabiduría del ayer.
Traducción: Zulma Prieto, Jimmer Prieto
—–
Las opiniones de los bloggers son las suyas propias y no reflejan necesariamente los puntos de vista de la Iglesia Menonita de EE. UU. Los bloggers fueron seleccionados para representar la diversidad de nuestra iglesia y ofrecer reflexiones sobre la convención, basadas en sus propias experiencias y perspectivas.