Las comunidades de fe anabautistas se enfrentan a una pregunta profunda: ¿cómo podemos acoger fielmente a los migrantes y actuar con justicia en tiempos de incertidumbre y miedo?
por Adriana Celis
La elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos encendió un nuevo capítulo en la historia de la nación, marcado por debates encendidos y políticas que impactaron de manera particular a las comunidades migrantes. En este contexto, las comunidades de fe anabautistas se enfrentan a una pregunta profunda: ¿cómo responder con fidelidad al llamado bíblico de acoger al extranjero y actuar con justicia en un tiempo de incertidumbre y temor?
1. La Biblia y la Inmigración: Un Llamado a la Compasión
La historia bíblica está marcada por relatos de exilio, acogida y redención. Desde Abraham, quien dejó su tierra guiado por la promesa de Dios, hasta los israelitas en Egipto y Jesús, cuya familia huyó como refugiada, la Escritura nos recuerda que la migración y el desarraigo forman parte de la experiencia humana. Frente a ello, Dios nos invita a responder con hospitalidad y empatía. En Levítico 19:34, se nos ordena: “El extranjero que reside con vosotros será como uno de vosotros; lo amarás como a ti mismo, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto”. Este versículo resuena como un recordatorio solemne y oportuno: nuestra respuesta debe ser siempre de amor, nunca de indiferencia.
2. Ante las Políticas Migratorias: Un Clamor por la Dignidad y la Justicia
La pastora Leticia Cortes de la Iglesia Menonita Centro de Alabanza de Filadelfia ha compartido que aunque la incertidumbre generada por las políticas migratorias más restrictivas puede sembrar temor, también pueden despertar un sentido renovado de solidaridad y compromiso. Ante las posibles amenazas a los derechos de los migrantes, las comunidades de fe pueden alzar su voz y extender su mano. Algunos pasos concretos incluyen:
- Conocer y hacer valer los derechos: La información es una herramienta poderosa. Conocer los derechos básicos y cómo actuar ante situaciones de detención o discriminación puede marcar la diferencia. Las iglesias pueden ser espacios de formación y capacitación para empoderar a los miembros de sus comunidades.
- Información veraz y segura: En un entorno donde los rumores y la desinformación pueden causar pánico, es vital acudir a fuentes confiables y compartir mensajes claros y verificados.
- Vivir en testimonio de paz: La fe no solo se expresa en palabras, sino en el testimonio cotidiano. Respetar las leyes y actuar con prudencia es un acto de resistencia pacífica que fortalece el tejido comunitario y reduce la vulnerabilidad.
3. La Iglesia como Refugio: Un Hogar para el Corazón y el Espíritu
El santuario no solo es un espacio físico, sino un símbolo del amparo de Dios y del compromiso humano con la dignidad de cada persona. En momentos de desesperanza, las iglesias anabautistas están llamadas a ser verdaderos refugios de esperanza y fe. ¿Cómo puede la iglesia encarnar este papel de manera auténtica?
- Proveer información y asistencia: Las iglesias pueden ser puntos de referencia donde las personas migrantes encuentren orientación sobre refugios, servicios de apoyo y recursos comunitarios.
- Espacios de oración y sanación: El acompañamiento espiritual no solo ofrece consuelo, sino que reafirma la dignidad y el valor inherente de cada ser humano. La oración compartida es un acto de resistencia y comunidad.
- Acceso a recursos legales: Vincular a las familias con abogados y redes de asistencia legal gratuita es una acción concreta que puede marcar una diferencia crucial en situaciones críticas.
Reflexión Final: Un Acto de Fe y Justicia
En tiempos de prueba, la respuesta de las comunidades de fe anabautistas debe estar impregnada de un amor que trasciende el temor y de una esperanza que desafía la desesperanza. Organizarse, orar y actuar con compasión son actos de resistencia que trascienden lo político y se convierten en manifestaciones del Reino de Dios en la tierra.
En cada gesto de acogida, cada oración compartida y cada esfuerzo por proteger la dignidad de los vulnerables, se refleja el eco de una fe viva y transformadora. Que las comunidades anabautistas encuentren en estos desafíos una oportunidad para ser, más que nunca, manos y voz del amor de Dios en un mundo herido y necesitado.