por Adriana Celis
Cada instante que sé nos da es un regalo divino que, aunque suene cliché, pasa y no vuelve nunca más. La urgencia de vivir esta vida bien nos indica cuan efímera y frágil es ella. En la siguiente historia, usted, apreciado lector, será testigo de, no solamente, la valentía y fuerza del pequeño Damián Jr. Sánchez, sino también de su intenso deseo por vivir a pesar de que todos los pronósticos estaban en su contra en la lucha contra el cáncer; batalla que apenas iniciaba a la temprana edad de 3 años y medio.
Damián Jr. Sánchez escuchó cuando sus padres, Karen y Damián Sánchez, leyeron el diagnóstico de los síntomas de una enfermedad que avanzaba con rapidez en su pequeño cuerpo, denominada Wilms Tumor Stage 4, una extraña forma de cáncer. Esas palabras, que nadie quiere ni espera escuchar, trajeron aflicción a toda la familia, quien para ese momento se encontraba viviendo en México. Ante el pronóstico, buscaron una opción médica para el pequeño; sin embargo, ningún médico garantizaba que algún tratamiento pudiera ser efectivo para salvarlo de esa terrible enfermedad.
El estruendo de un milagro
Desde ese instante la angustia de sus padres los impulsó a buscar y tocar puertas en Estados Unidos. Eso representaba dejar todo en su país y, por tal razón, viajaron al Riley Hospital en Indianápolis, donde se llevaron a cabo las cirugías y primeras radiaciones para Damián. Allí apenas empezaban varios años difíciles para ellos. Mientras tanto, la vida de Damián Jr. se debilitaba y lo colocaba cada vez entre la vida y la muerte, ya que la enfermedad avanzaba sin pausas. Por tal motivo, los padres de Damián sentían cada vez más cerca la muerte, sus pasos fríos rondar en sus vidas; no obstante, fueron esos momentos cruciales que los llevaron a rendirse totalmente a la voluntad de la divina providencia y dejar en sus manos la vida de Damián Jr.
«Confiábamos que Dios es más que suficiente para hacer más de lo que nuestra mente puede visualizar, clamamos en aquel piso de ese frío hospital aferrados a la esperanza de que Damián podría ser sanado:
“Señor, ponemos a Damián Jr. en tus manos, ¡sálvalo, Padre amado!”, fueron las palabras que dijimos», nos cuenta Damián Sánchez, padre de Damián Jr.
Una fe más allá de toda cordura
Desafortunadamente, debido a la gravedad de su enfermedad, los médicos tuvieron que tomar la difícil decisión de extirpar uno de sus riñones afectados. Esta cirugía fue un gran desafío, tanto física como emocionalmente, para Damián y su familia, pero en lugar de dejarse vencer por la enfermedad, decidieron seguir confiando en Dios y en su poder sanador.
Una mañana Damián Jr. empezó a dar pasos que evidenciaban la recuperación de su cirugía. Cuando despertó, les dijo a las enfermeras las palabras que dice Juan 3:7 «No te maravilles de que te dije: es necesario nacer de nuevo. El viento sopla por donde quiere, y oyes su sonido; pero no sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu».
Damián Jr., para asombro del personal médico y su familia, no paraba de pronunciar esas palabras. A pesar de los tratamientos agresivos y los efectos secundarios que lo debilitaban, sus padres nunca perdieron la esperanza y la fe puesta en el señor Jesucristo durante el largo tratamiento, reconociendo cada día que lo imposible humanamente no es imposible para Dios: Él es, pues, quien hace todo nuevo, quien restaura vidas y se deleita en segundas oportunidades. Dios, a través del poder de su palabra, levantó de la muerte a Damián Jr., quien se aferró a un milagro. Sus padres y él mismo son testigos de las promesas contenidas en el Salmo 23:4, que dice: «Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo». Esta promesa les dio consuelo y fortaleza en los momentos más difíciles.
A lo largo del tratamiento, Damián Jr. experimentó mejoras en su salud. Los resultados de los exámenes médicos mostraban que el cáncer estaba disminuyendo y que su cuerpo estaba respondiendo positivamente al tratamiento. En una ocasión, tiempo después de las cirugías, Damián comentó a sus padres que él había experimentado un sueño o sensación de haber visitado el cielo, en donde tenía alas y mantuvo una conversación con Dios; allí Él le dijo a Damián Jr. que tenía que volver con sus padres.
Después de tres cirugías, radiaciones, quimioterapias y mucho tiempo en diferentes hospitales, los médicos declararon a Damián libre de cáncer. Ese momento fue sublime y de gran alegría y gratitud para todos en su familia. Sabían que su fe y la intervención del Señor Jesús habían sido fundamentales en su recuperación.
Hoy en día, Damián Jr. es un niño saludable y feliz, de 10 años, a quien le encanta distribuir su tiempo entre ir a la iglesia, hacer proyectos de robótica, esforzarse en su estudios; también le gusta ir a pescar, a campamentos; andar en bicicleta, construir legos, jugar videojuegos (Nintendo, Switch); leer libros como los de Harry Potter, ver películas y participar activamente en clubs de robótica. Su deseo, cuando crezca y sea un adulto, es ser Ingeniero en Robótica.
Damián Jr. se ha convertido en una inspiración para muchos, demostrando que, incluso en los momentos más oscuros, no se puede perder la esperanza y que la fe en nuestro Señor puede superar cualquier adversidad. Esta historia nos recuerda la importancia de confiar en Dios en los momentos difíciles y de prueba, nos invita a creer en su poder y su palabra, que es fuente de vida y sanidad para obrar milagros. Su fe y la intervención divina en su vida son un recordatorio de que con Dios todas las cosas son posibles; es un testimonio del poder de la fe y de que creer en las promesas de nuestro Señor Jesús puede traer sanidad y esperanza en medio de la enfermedad.
Aunque Damián Jr. perdió un riñón en su batalla contra el cáncer, su confianza en Dios lo ha llevado a superar este desafío. Es un testimonio de su fuerza, coraje y determinación para vencer cualquier obstáculo que se le presente en la vida. En la actualidad vive con sus padres y su hermanita Gretta Sánchez, de 5 añitos, en Goshen, Indiana, y se congregan en la iglesia Menonita de Piedra Viva, en Elkhart Indiana.