por Adriana Celis
Era una mañana en donde el sol calentaba, el viento era tibio y al mismo tiempo frio, típico de la ciudad de los vientos. La suave brisa refrescaba el calor de finales de verano. Ese día curiosamente era el veinteavo aniversario del ataque a las Torres Gemelas, por lo que la ciudad de Chicago hacía preparativos para recordar aquel trágico aniversario que marcó la vida de los habitantes de los Estados Unidos de América. Al mismo tiempo, recuerdo la emoción y la alegría que sentía porque conocería en persona a alguien que meses atrás había tenido la oportunidad de entrevistar para esta misma sección, de Resilientes e Intrépidas, y cuya historia inspiró profundamente mi vida. Ella, cálida, compasiva y empática, de nombre Madeline Maldonado, acepto sin ninguna excusa reunirse conmigo y otro grupo de jóvenes en aquella ciudad para conocerme en persona. Aquella mañana aparte de ser un día de vacaciones, de risas y de compartir anécdotas, también fue una para hacer nuevos amigos, ya que Madeline me relacionó con su hija Alicia Maldonado Zahra, con quien nos hicimos amigas desde el mismo instante que hablamos.
Inmediatamente supe que ella era una buena candidata para ser entrevistada, por la franqueza de sus palabras y la valentía como las expresaba, de algún modo me identifiqué con ella. Con Alicia intercambiamos más allá de simples palabras, compartimos memorias de lo que significa nacer en un hogar cristiano, ser hija de pastores, los sentimientos alrededor de ello, las expectativas que tienen los padres sobre los hijos. En el mismo sentido, hablamos también de tópicos que pueden ser sensibles y, sin miedo, le pregunte: «¿Qué pasa cuando te enamoras de alguien que no comparte tu misma fe y creencias? ¿Qué sucede cuando el amor es más fuerte que la religión que nuestros padres sembraron en nosotros?» Por ultimo, y no menos importante, le comenté que me hablara sobre el rol que desempeño cuando trabajó en un organización sobre paz y resolución de conflictos.
Su cabello forma parte de su identidad
Alicia tiene los ojos grandes de color negro, su piel es blanca y en ella se pueden ver sus raíces puertorriqueñas. Por otro lado, su pelo es de color marrón oscuro y rizado. Este refleja el fruto de aquella mezcla de dos culturas que forma parte de la herencia étnico-racial de sus raíces de América latina y el Caribe. Ella luce sus rizos de forma natural con orgullo y alegría, pues es una característica de su ser que exterioriza libertad. Alicia es de carácter noble, amable, impetuoso e independiente; es toda una Maldonado. Sabe bien el significado de decir sí y también cuando debe decir no, por tal motivo se considera una mujer que sabe tomar decisiones en el momento adecuado.
Hace 30 años ella nació en Fort Myers, Florida. En la actualidad vive en South Bend al norte de Indiana con su esposo Omar Zahra, quien es de origen palestino-iraquí y practica la fe musulmana.
Alicia fue educada y criada en el seno de una familia cristiana, donde sus padres son pastores con raíces puertorriqueñas de nombres David y Madeline Maldonado. Ellos han servido por más de veinte años en diferentes iglesias menonitas alrededor de los Estados Unidos. En la actualidad son pastores de la Iglesia Mennonite College en Goshen Indiana. Como dato a resaltar, Alicia es la menor de 5 hermanos varones y tía de 15 sobrinos.
En su voz resuena la palabra «libertad»
Alicia me compartió al momento de realizar esta entrevista que en los próximos días cumpliría 30 años. Se podía evidenciar en un su rostro, y por el tono de su voz, la emoción que significaba para ella entrar a esta nueva década. Y es que cumplir 30 años es aterrador ¿no? pero al mismo tiempo es realmente emocionante y bello. Es sentir que dejas la fantasía de los veinte años y su locura. Darte cuenta de que la vida es más que la juventud de aquellos días, que puedes tomar tus propias decisiones, desde un lugar de conciencia, y priorizar lo que te gusta, hacer uso del poder de las decisiones sabiendo que la vida es corta y efímera.
Como dijo el astrónomo y científico estadounidense Carl Sagan, «Somos como mariposas que vuelan durante el día pensando que lo harán para siempre. Debemos tener en cuenta que nuestro tiempo es limitado».
Así mismo, Alicia se prometió que a partir del momento que cumpliera 30 años, priorizaría su relación con Dios, el amor a sí misma, a su esposo, sus metas y sueños, donde construiría su propia vida; una vida que deje una huella, que haga parte de una historia que valga la pena contar, ¿qué la llevó a tomar esta decisión? ¿acaso la vida que Dios le regaló no es fruto de sus decisiones sino del destino o la predestinación?
Y es que, como dijo un viejo amigo, «el hombre es quien construye su futuro, el mismo es artífice de su propio destino, por el poder de sus decisiones, operadas bajo el libre albedrío que Dios en su gran misericordia nos concedió». De otro modo, seriamos como maquinas que no piensan, nutridas por datos, bajo conceptos de supremacía degradantes, que solo manipularían para mantenernos controlados y esclavizados, y no libres de opresión.
Más allá de las expectativas
Alicia creció bajo el amor y la guianza de una familia cristiana anabautista. En un hogar donde sus padres le enseñaron lo que era correcto y lo que no lo era. Cuando era pequeña pensó que había nacido en la familia incorrecta pese que era la familia correcta. Conforme el tiempo fue avanzando, al ser la única hija mujer, sentía que todas las expectativas estaban puestas sobre ella, esto la abrumaba. Ella lo describe como «sentía sobre mis hombros el peso de las esperanzas que mi familia tenía sobre mí; era demasiado, pues tan solo era una joven de 18 años».
Hasta que un día empezó a formar su propio carácter, darse cuenta del mundo que la rodeaba y de esta manera pensar «¿quién soy yo?, ¿quién es Alicia Maldonado?, ¿quién tomará las decisiones en mi vida?»
Ahora bien, en medio de un profundo silencio, Alicia encontró muchas respuestas, una de ellas fue la libertad que quería experimentar, sin importar las consecuencias que esto trajera.
Fue entonces que, al hacer uso de su libertad, sabiendo que quería vivir la vida y disfrutar de esta, conoció a un joven que la cautivó y del cual se enamoró profundamente. Aquel muchacho cumplía con todas las expectativas que ella tenía, era cristiano, aparentemente era el cristiano perfecto, bien parecido, compasivo y justo; era realmente “el perfect match”, pero ¿qué pasa cuando lo que parecía ser tan bueno realmente no lo era?
Unos meses después de haberse conocido con esta persona, Alicia se casó. Sentía que su mente y su corazón conectaban con todo lo que en un momento ella idealizó como puro y verdadero. Con el pasar de los días, no fue lo que ella pensó. El amor simplemente era un espejismo, en ese momento, para ella. El príncipe azul que la cautivó y pregonaba libertad, mostró su verdadera faceta como ogro de la historia. Sometió a Alicia a abusos tanto emocionales, verbales y físicos, ejerciendo todo lo opuesto a la libertad que Alicia tanto anhelaba, controlando cada aspecto de ella, cuestionando su forma de ser y, en el sentido contrario, negándose a dar respuestas cuando Alicia le hacía alguna pregunta. Mostró su naturaleza opresora, llevando a que Alicia fuese oprimida y agredida.
Todo eso estuvo sobre su vida hasta el momento en que ella entendió que el amor no es controlador, ni mucho menos agresor y que una relación sana se construye sobre fundamentos sólidos, basados en el amor reciproco, el respeto y la humildad.
Alicia, mientras charlábamos, me comentó: «Yo no podía estar más así, el amor sano simplemente no es así, lo que yo vivía era una toxicidad que me estaba envenenando el alma. Me di cuenta en ese momento que, aunque me doliera y me quebrara por dentro, tenía que tomar una decisión. Me encontraba en una encrucijada: o seguía permitiendo sus abusos o ponía fin a este laberinto sin salida. Por tal motivo, la solución era divorciarme».
Pareciera que la vida en este momento hubiera terminado para Alicia. El divorcio es un proceso difícil, y muchas veces largo, extenuante, tanto para las partes como para los abogados involucrados. Los sentimientos alrededor de ello pueden ser la vergüenza, la desilusión, la tristeza y el miedo a volverse a enamorar.
Cuando la religión y el amor se encuentran
«Quería experimentar libertad. En el camino de la búsqueda de esta, tuve muchos tropezones, pero yo se que el Señor Jesús siempre ha sido bueno conmigo. Ha estado en cada momento cuando experimente dolor y en su voluntad permisiva, Él permitió que yo experimentara todo por lo que pasé para que yo formara mi propio criterio en mi vida y, así, aunque fuera doloroso yo creciera. Dios nunca me reprochó. En mis preguntas, Él, siendo Dios, brindó respuestas y segundas oportunidades como un buen padre, el padre amoroso que es Dios», palabras de Alicia Maldonado Zahra.
Parecía que todo en la vida de Alicia hubiera terminado; pero, al contrario, cuando todo era sombras, confusion y oscuridad en su vida, Dios trajo segundas oportunidades. Este es Dios, fuerte, noble, justo y compasivo. Lento para la ira y grande en misericordia. Él sabe muy bien nuestra condición humana, que nuestros días son efímeros como las flores del campo en primavera; aun así, tiene misericordia, consuela mediante la persona de su Espíritu Santo y nos brinda un nuevo amanecer porque Él a cada uno nos ama, nos restaura y nos redime, desde el momento en que entró a nuestras vidas.
Alicia no se quedó triste ni derrotada en el mismo lugar. Al contario, vientos favorables soplaron para ella. Tuvo la oportunidad de viajar y emprender nuevos proyectos en sus veinte años. Inicio un viaje donde su destino fue la ciudad de Kansas, allí inició estudios en Hesston College en Associates in General Studies. Los estudios que Alicia alcanzó en Hesston College fueron el comienzo de una carrera que más adelante estaría enfocada en el servicio hacia la comunidad.
Mientras Alicia estudiaba en la Eastern Mennonite University, tenía que dividir su tiempo entre sus estudios y su trabajo para pagar parte de su manutención. Por tal razón, empezó a trabajar medio tiempo como mesera de un restaurante en Virginia. En aquel lugar, sin saber, encontraría más que una forma de financiación que ayudaría a pagar sus estudios; sin buscar encontró nuevamente el amor. Desde que entró a ese lugar, un joven alto, delgado, de tes morena, de origen iraquí la saludó de una forma inusual. Ella supo que algo pasaba cuando lo veía y trataba con él. ¿sería posible enamorarse nuevamente sin miedo a ser herida? ¿qué pasa cuando te enamoras de alguien que no comparte tu misma fe y creencias? ¿cómo contener estos sentimientos?
Alicia volvió a encontrar el amor donde menos se lo esperaba y con quien menos pensaba. Y es que, el amor no distingue entre religión, raza, etnia, estrato social, idioma, edad o sexo, etc. Desde que ella cruzo las puertas de aquel restaurante, aquel joven de gran sonrisa la cautivó por su trato, su gentileza y su forma de ser. Como dice la letra de la canción del cantante y compositor puertorriqueño José Ángel López Martínez, conocido por su nombre artístico J Wheeler «Me enamoré, y no puedo evitarlo por más que lo intente. Entre tantos corazones», y Alicia añade «en el de Omar me quedé».
Su amor hacia aquel joven empezó a crecer como un jardín en plena primavera. Cada día era nutrido y regado por valores como el amor, ese amor bonito que tiene fundamentos fuertes basados en el respeto, la reciprocidad, la tolerancia y la admiración mutua. Fueron muchas las conversaciones reales que tuvieron Alicia y Omar, muchos los retos que superar. Uno de estos puntos a tratar fue sobre sus creencias, puesto que Alicia practica la fe cristiana y Omar la fe musulmana. Dos mundos diferentes, dos creencias opuestas que encontraron oposición por sus propios mundos.
Alicia comenta «Mis creencias están y siempre estarán fundamentadas en la base inamovible que es Jesucristo, mi Dios y mi Salvador. Esto no cambiará jamás, de igual manera Omar también sigue practicando sus creencias y su vida espiritual basadas en el Corán y su fe musulmana». Su amor a pasado por todas las pruebas, pero están convencidos que esto lo vuelve más real y fuerte a la vez, ya que cada día que trascurre este es más fuerte y ha prevalecido sobre todas las circunstancias que han vivido.
Pareciera fantasioso o irreal pensar que los matrimonios interraciales en una época estuvieron prohibidos. Y es que algunos entes religiosos todavía creen que los matrimonios interraciales son deshonrosos, pero la verdad es que no lo son, gracias a que “[1]«La Suprema Corte de los Estados Unidos (U.S. Supreme Court, Loving v Virginia, 388 U.S 1[2]) decidió en el año 1967, hace aproximadamente un poco más de 50 años, que estos serían considerados legales en todos los estados de los Estados Unidos de América», Por tal razón, bajo el amparo de esta decisión, prohibir matrimonios interraciales fue considerado violatorio de los derechos de protección igualitaria, amparada bajo la enmienda catorce de la Constitución de los Estados Unidos de América.
Paz y resolución de conflictos
Los siguientes años para Alicia estuvieron marcados por muchas y nuevas alegrías. Obtuvo dos nuevos logros académicos y uno personal. Alcanzó, con la ayuda de Dios y su familia, graduarse en la Eastern Mennonite University con dos Bachelors: uno en Social Work y el otro en Global Develoment.
Allí ella desarrolló una pasión por el trabajo en comunidad enfocado en resolución de conflictos. En el mismo sentido, el haber obtenido estos logros académicos marcó un antes y un después en la familia Maldonado, pues es la primera de sus cinco hermanos en obtener un alto grado en la universidad. También volvió a abrir su corazón y se casó, nuevamente, con Omar Zahra, con quien además de ser su compañero de vida, es su mejor amigo.
Adicionalmente, Alicia inclinó su carrera profesional en la resolución de conflictos. Pues nadie más que ella sabe que es pasar por un conflicto y quererlo resolver con las adecuadas herramientas. Ella trabajo como profesional con amplia experiencia y gran dominio, lo que en inglés se conoce como «practitioner» en justicia restaurativa y resolución de conflictos, en una organización sin ánimo de lucro en el norte de Indiana.
Me comparte que en muchos de los casos en los que asesoró, siempre había un común denominador y este era enseñar a las partes involucradas en el conflicto, tanto victima como victimario, a cómo comunicarse de una forma efectiva para que pudieran liberar su alma de todo orgullo y resentimiento que a la final destruyen por completo la mente, las emociones y el alma. Su trabajo, no era buscar a quien darle la razón puesto que cada parte afectada siempre alegaria tenerla.
«Mi trabajo, dice Alicia, consistía en crear un puente, siendo facilitadora entre el conflicto y la resolución de estos, para llegar a la raíz del problema. Es muy importante, en este tipo de trabajo no inclinarse hacia ninguna parte, para que el conflicto pueda ser resuelto. Escuchar a cada parte resulta fundamental para que exista una reconciliación entre las victimas, es necesario hablar con ella, dejándolas que hablen, así de esta manera pueden llegar a sanar y perdonar».
Antes de finalizar mi entrevista con Alicia, o Alice como la llamo de una forma cercana, le hice una última pregunta: ¿qué has aprendido al haber sido practitioner y cómo aplicas esto en tu vida cotidiana con tu familia, tu esposo y las personas que te rodean?
En la actualidad, dijo Alicia «creo que he aprendido mucho sobre resolución de conflictos, no soy la misma persona que resolvía conflictos cuando tenia 18 años, ni tampoco cuando tenia 20 años, en este momento que estoy próxima a entrar a los 30s, creo más que nunca que sé qué es establecer límites sanos. Estos son la base en cualquier relación, ya sea con mi familia, con mi esposo, con mis amigos, con mi entorno; con el propósito de poder entablar una comunicación real, efectiva y reciproca, donde tanto las preguntas como las respuestas no sean generadas por una sola persona; sino, al contrario, la comunicación sea bilateral. Esto genera relaciones más duraderas y saludables.
» Por ello creo que, durante este tiempo, no solo trabajando como practitioner, sino navegando por la vida con sus mareas altas y sus mareas bajas, he aprendido de mi propia resiliencia que Dios me ama, que soy digna porque Él lo dice, que fui creada por Dios con un propósito, que podemos aprender de cada resbalón y levantarnos, porque hay esperanza. Que se puede volver a empezar, a amar y ser amado, que se puede volver a confiar y también a estar rodeada de amigos que te hagan reír y que también te hagan sentir amado». Como dijo Lewis Carroll «El secreto, querida Alicia, es rodearse de personas que te hagan sonreír el corazón. Es entonces y sólo entonces que estarás en el País de las Maravillas»—
[1] Matrimonio interracial en los Estados Unidos. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Matrimonio_interracial_en_los_Estados_Unidos
[2] Caso Loving v Virginia. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Caso_Loving_contra_Virginia