Por Alma Ovalle para Leader MenoMedia
Presencia latitudinal y longitudinal con Dios y los demás
Recuerdo que cuando era niña tomaba un lápiz y seguía las coordenadas latitudinales y longitudinales de un huracán en un mapa de huracanes con mi hermano mientras escuchábamos el último informe del meteorólogo de televisión. Ver la trayectoria ascendente o descendente de la tormenta me asustaba, pero ir a la tienda a comprar nuestros suministros con mamá y papá siempre me hacía sentir mejor. Nos aseguraban que no importando qué, Dios estaría presente con nosotros en medio de la tormenta. Nuestros padres a menudo se reunían para orar con nuestra comunidad de fe a lo largo de las temporadas cuando las tormentas iban y venían. Algunos años las tormentas eran leves, mientras que otros no. Vi a nuestras comunidades de fe locales y en otros lugares salir de la tremenda devastación y pérdida para estar presentes de maneras reales y tangibles. Esos testimonios han tenido gran efecto a lo largo de mi vida.
Nuestra comunidad de fe planeaba, oraba y se preparaba para las tormentas estacionales
El trazado de las coordenadas latitudinales y longitudinales me recuerda a Jesús cuando pasaba tiempo en oración latitudinal en presencia de su Padre celestial. Es posible que tormentas se aproximaran, pero Jesús estaba preparado sin importar cuál fuera la tormenta. Como resultado, la presencia longitudinal de Jesús alcanzó por todas partes a los marginados, los heridos y los enfermos mientras hacía frente y representaba a los que se encontraban en situaciones injustas. Jesús trajo esperanza, fe, sanidad y amor a sus corazones de formas que no habían experimentado antes.
Pasar tiempo a solas en oración, apartado en un lugar solitario, preparó a Jesús para lo que estaba por venir. De igual manera que mis padres y nuestra comunidad de fe planeaban, oraban y se preparaban para las tormentas estacionales, yo podía estar segura de que incluso si las luces se apagaban y el viento soplaba fuerte afuera, Dios estaba con nosotros sin importar el resultado. Nuestra comunidad se unía para limpiar los escombros, tomar una taza de café, compartir una comida, escuchar las historias de la gente o simplemente llorar con los quebrantados de corazón.
La iglesia se hizo amiga en tiempos de crisis para aquellos que necesitaban ayuda
Como comunidades de fe, podemos ser fuentes de luz al pasar un tiempo largo y profundo en oración en la presencia de un Dios pidiéndole como responder a las necesidades que nos rodean. Esta conexión ascendente nos da fuerza, valor y sabiduría para ir a nuestras comunidades con una presencia longitudinal de largo alcance para hacer el trabajo de reconciliación con un corazón lleno de justicia y amor, tal como lo hizo Jesús.
Las tres pasiones de Alma Ovalle son trabajar con las mujeres, la comunicación y la participación comunitaria. Su trabajo actual se centra en unir familias y comunidades mediante la asociación con organizaciones cristianas y sin fines de lucro. Continúa trabajando para ayudar a diferentes culturas a entenderse entre sí a través del trabajo de traducción e interpretación simultánea.