Esta publicación es parte de la serie MenoTicias: Resilientes e Intrépidas.
Publicado por Ministerios Hispanos, en colaboración con la Iglesia Menonita Hispana E.U.
_______________
Por Adriana Celis
El cabello de Madeline Rivera Maldonado tiene un aire azul marino, como el mar sereno de las playas de ensueño en Ft Myers, Florida. Su rostro refleja la calidez y la amabilidad que brotan de sus palabras. Mientras concede esta entrevista para MenoTicias, el ambiente se tornó cálido y sereno, cuando abrió su corazón y nos compartió cómo gran parte de las decisiones que ha tomado en su transitar han creado el futuro, que ahora es el presente en el cual vive.
Las decisiones crean carácter
Originaria de Nueva York, creció y se forjó como una buena oradora y líder. Desde que era niña brillaba en su comunidad local haciendo lo que más le encantaba realizar por aquellos días juveniles, liderar pequeños grupos comunitarios a su alrededor. Alzaba la voz en defensa por aquellos que no tenían voz. Desde una tierna edad soñaba con demostrarse así misma que podía salir adelante. De un hogar con un trasfondo de muchos abusos, Madeline determinó crear un camino donde no había ninguno.
Y es que el caminar de Madeline ha estado forjado por decisiones, que la han llevado a lugares inesperados. Digamos que una simple decisión, casi superflua, puede llevar a cualquier persona a experimentar situaciones como ¿con quién se quiere casar?, el nacimiento de una nueva amistad o el definir la vocación para su vida. El viaje de Madeline por esta tierra, es un ejemplo en lo concerniente a tomar decisiones trascendentales. No es raro entonces que la vida de Madeline haya estado marcada por la capacidad de saber escoger bien en momentos claves, como cuando decidió matricularse en George T. Baker Aviation School para estudiar mecánica de aviones.
Una carrera dominada por el machismo
Una carrera dominada por el género masculino y en donde estudiaba con más de 500 hombres. Ella pudo superar todos los obstáculos que se le presentaron en el diario aprendizaje. “Recuerdo,” comenta Madeline: “que estudiaba con 500 hombres, yo era la única mujer, muchos eran machistas, creían erróneamente que por el hecho de ser mujer y viéndome delicada, no tenía la capacidad suficiente para ejercer bien este oficio. Valientemente alcé mi voz y me di mi lugar, ya sabes, creé límites sanos y no escuché esas voces que solo me hacían perder mi enfoque, me dije a mi misma, MADELINE CLARO QUE ERES CAPAZ, como dice aquella frase de R. Islas ¿como no vas a hacer capaz? si he visto flores romper asfaltos”…
Y así, fue como ella se graduó como mecánica de Aviones. Comenta Madeline: “si me hubiera quedado escuchando esas voces vacías, llenas de odio y menosprecio, no hubiera podido ni destapar la tapa del avión, porque esas voces crean inseguridades, las cuales no tenían lugar para forjarme el camino que yo quería transitar.”
El amor y una linda noche de verano en Florida
Ella alegremente comparte:“…El amor toca a la puerta cuando pasa frente a ti. Solo debes tener tu corazón dispuesto y ser lo suficientemente honesta y valiente para dejarlo entrar…”
Una noche se topó casi por intervención divina, con un joven de finas facciones y elegante sonrisa, llamado David Maldonado. Recuerdo que estábamos en una discoteca “¿quien lo creería? Yo iba a divertirme, a dejar las cargas del día allí con un grupo de amigas, estábamos charlando cuando un muchacho que me resultó atractivo se acercó, y empezamos a charlar, todo quedó ahí, porque no supe después nada de él. Con el tiempo nuestros caminos se cruzaron, pero yo no abrí mi corazón inmediatamente, pues el amor contiene muchos filtros y todo al comienzo es una linda fantasía.”
Empecé a salir con David a tomar café y a caminar, poco a poco fui abriendo mi corazón a él, sus acciones hablaban más fuerte que sus palabras. La forma como nuestras miradas se cruzaban me encantaba, su trato siempre caballeroso y sencillo al mismo tiempo. Él nunca trataba de hacerme sentir menos, por sus talentos, su inteligencia o sus estudios, eso hacía que mi corazón latiera violentamente por él. “Una noche salí a cenar con él y me expresó:” “ Eres una mujer muy hermosa Madeline.” “Además me preguntó:” “Si yo gustaba de ser su novia.” “Honor que me haría, respondí.” Tiempo después las campanas de la iglesia anunciaban las nupcias de los esposos Rivera Maldonado.
Dios, la iglesia y los retos que esta trae
Un día cuando ya estaba casada y con una familia de la cual velar, Madeline escogió seguir a Jesús como su salvador y maestro. Este pequeño acto creó en ella un antes y un después en su existencia; nunca se imaginó que aquella joven que estudió para reparar aviones fuera ahora a reparar y ayudar a personas a encontrarse con Dios. Su esposo David y ella iniciaron el proyecto de pastorear la iglesia Menonita Arca de Salvación en Ft. Myers, Florida, donde demostraron capacidades excepcionales de liderazgo y en la que Madeline tuvo que inaugurar y defender una nueva manera de hacer iglesia.
“Nadie cuenta,” Comenta: “a lo menos no tan abiertamente de los retos que trae ser la esposa de pastor porque en muchas ocasiones está mal visto, pero entonces ¿deben nuestras vidas ser dominadas y dirigidas por los caprichos de otras personas cuando quien nos guía es la palabra de Dios? Muchos encasillan a la mujer creyente, a la cristiana-menonita, a la esposa del pastor, en una especie de burbuja, e idilio que al final del día trae dolor y frustración. Tal como si estuviéramos aún viviendo en aquellas épocas donde usar colores vivos, pantalones, minifaldas y maquillaje era considerado un acto vergonzoso y deshonroso. Entonces: ¿dónde está la libertad a la cual Dios en su gran amor nos llamó?”
Para Madeline, lidiar con este tipo de presiones que imponían en ella algunos miembros de la congregación, trajo mucha opresión y retos que vencer al inicio de su carrera ministerial; pero fue liberador cuando entendió una vez más que nadie decidirá sobre su vida como por ejemplo, qué comer o no comer, qué colores usar o no usar, qué maquillaje llevar o no llevar, incluso cómo criar a sus hijos.
Ella agrega: “No podía entender cómo Dios que creó los colores, los sabores, la belleza para que disfrutara de todo ello, en el nombre de Él otras personas me intentaran controlar con la falsa ideología de que esto era del diablo. Así que un día decidí que soy yo quien tengo la capacidad de elegir entre dos opciones: Dejar que otros decidieran por mí, o escoger el futuro que quería construir, ese momento nunca lo olvidaré pues fue el punto de partida para vivir una vida plena y con propósito. Desafortunadamente muchas mujeres cristianas y esposas de pastores por años han tenido que vivir con resignación de no poder ser ellas mismas, eso es realmente una tragedia.”
Trabajo duro
A lo largo de 27 años, hizo realidad el sueño de trabajar en lo que nadie se había atrevido, servir con paciencia, devoción y amor en una comunidad de fe que necesitaba aprender a no fijar sus ojos en estereotipos externos. Consiguió restablecer la confianza en muchas mujeres de la comunidad de fe, que habían perdido su seguridad y amor propio. Educó con mucho amor y respeto cómo cambiar la cultura de machismo que aún estaba tan arraigada en el liderazgo de la iglesia.
Esos días soleados en Ft. Myers, donde Madeline ejerció el rol de pastora junto con su esposo David, son ahora un bello recuerdo que ella guarda a buen recaudo. El mundo avanza y no se detiene ni por un instante, tampoco Madeline, quien junto con su esposo, iniciaron el proyecto de servir en el ministerio de la Iglesia College Mennonite Church, localizada cerca al gran campus universitario del Goshen College en Goshen, Indiana.
Las decisiones del ayer son el presente que hoy vivimos
Hoy vive su mejor momento, tanto personal como profesional. Tiene 5 hijos y disfruta de ser abuela de 15 nietos. Estudia recientemente una maestría en divinidades en el Seminario Bíblico Menonita Anabautista (Anabaptist Mennonite Biblical Seminary – AMBS), en Elkhart, Indiana.
Elige sus prendas de vestir, de acuerdo a los gustos por los colores, no por referencias externas e imposiciones caprichosas de otros. Trabaja también al servicio de la iglesia, dando consejería a muchas mujeres que atraviesan por momentos difíciles. Hace las veces de coach, tiene un grupo de mujeres, madres cabeza de familia de su comunidad de fe de College Mennonite Church, a las que semana a semana, empodera para que sean productivas e independientes en la sociedad. Quizás el momento que trajo más libertad a su vida fue ese donde se planteó el siguiente interrogante: “¿Por qué conformarme con menos cuando Dios me dio la capacidad de decidir?”